Siempre Torner

Gustavo Torner concedió siempre especial protagonismo dentro de su producción, junto a su hacer pictórico y escultórico, a la obra gráfica; sea pues especialmente bienvenido ese catálogo razonado de la obra gráfica de Gustavo Torner (cercano está aún ese Premio Nacional precisamente de Arte Gráfico que se le otorgaba en 2016) firmado por Arturo Sagastibelza Ruiz que este jueves se presentaba en el Teatro Auditorio conquense en una cuidada edición con prólogo del prestigioso historiador y crítico de arte, más que buen conocedor del hacer plástico de nuestro paisano, Francisco Calvo Serraller –que lamentablemente nos dijera adiós el pasado noviembre– puesta en las librerías con el mancomunado patrocinio del Consorcio y la Fundación de Cultura de la ciudad con la colaboración de la Fundación Azcona y del Espacio que en San Pablo, dedicado a su obra, lleva su nombre. Y buena ocasión para volver a recordar, recalcándola, la deuda que Cuenca tiene con este artista que a su indudable y reconocido talento dentro del panorama plástico de nuestro país, une, por lo que más próxima y directamente nos afecta, el haber sido el responsable principal, a golpe de amistad e insistente y felizmente fecunda cabezonería, de que Fernando Zóbel acabara ubicando finalmente entre nosotros esa su colección de arte abstracto español que no sólo iba a propiciar para la ciudad puesto más que destacado en el panorama museístico nacional e incluso internacional, convirtiéndose en su principal emblema cultural, sino que, a la vez, se conformaría como el motor de la radical transformación, cambiándolo de arriba abajo, del propio latir creativo plástico en ella existente y en gran parte motivado por la instalación y activo funcionamiento en ella del zobeliano museo. Una ciudad, por cierto, –su ciudad, su ciudad natal– con la que Torner siempre se ha sentido unido con una ligazón que, a más de repetidamente expresada privada y públicamente –“si has nacido en un lugar, de ese lugar eres, quieras o no quieras. Luego están aquellos que aceptan en su vida ser de ahí o los que se avergüenzan o se olvidan, pero claro, tú eres de ese lugar. Y yo, por supuesto, lo acepto y además espléndidamente, con todas las consecuencias” – sino que de ella ha sido siempre vecino y en ella vino a ubicar su hace un instante aludido espacio expositivo. No está de más por tanto que, aunque ya lo hayamos hecho en otras ocasiones, volvamos a darle las gracias, cuantos por estas calles y estos avatares andamos, por tanto como a lo largo de su vida nos ha ido con su hacer y con su estar regalando.