Periodismo y periodistas

No corren precisamente buenos tiempos para el desempeño del periodismo obligado a nadar en las revueltas aguas de un escenario en el que a los efectos de la generalizada crisis económica se han venido a unir los propios de un cambio sustantivo en los modelos de conformación y actuación de los propios medios desconcertados sobre cómo entender tanto su propio ejercicio como el cambio radical producido en la audiencia y sobre cómo usar las nuevas herramientas de comunicación para contactar con ella, con esa audiencia diferente en un universo tan distinto al que fuera su ámbito tradicional y en el que, por ejemplo, con internet hemos topado, la no limitación ni por número de páginas ni por tiempo de emisión sumado al suicidamente aceptado imperio de lo inmediato y el crecientemente desestabilizante fenómeno de la viralidad parecen abocar a las empresas y a los profesionales de la información a un insensato frenesí, y todo ello sin que, por otro lado, hayan dejado tampoco de afectarle, de seguir afectándole, al ejercicio del periodismo digo, tantas otras rémoras, propias y ajenas, que ya le venían contaminando de antes, de la perversión de sus relaciones con los distintos poderes económicos y políticos –y, también, sus propias deshonestas maniobras para autoconvertirse a su vez en uno de ellos– al auge del amarillismo y el sensacionalismo. Y así el periodismo, el que debiera ser el noble ejercicio del periodismo, va de un bandazo a otro en un bamboleo en el que, como resultado de la búsqueda de un tipo u otro de beneficio por unas empresas tantas veces trufadas de intereses bien ajenos a los que deberían regirlas en cuanto a su condición de productores de información, resultan hasta lógicos, perversamente lógicos, claro, pero realmente lógicos, el abuso de la información no contrastada, la ausencia de rigor y la cada vez más generalizada precaria situación laboral de sus profesionales. Pues bien, dentro de un tan caótico panorama, díganme ustedes si no resulta casi heroico acometer, rizando el rizo de lo casi imposible, la tarea informativa en el pequeño ámbito de lo local, en el tan limitado ámbito de la prensa y de los medios informativos locales empeñados en un esfuerzo de permanencia que la sociedad nunca les agradecerá bastante. Bendita sea por ello la iniciativa, hace ya tres años iniciada por la Asociación de la Prensa de Cuenca, de convocar unos premios para reconocer, siquiera sea de manera casi simplemente simbólica, la nada fácil labor –y quien esto firma lo asevera, rotundo, desde el alejamiento ya de esa práctica que en su día, y con muchas menos trabas y dificultades, fuera también suya, limitada ahora su tarea al fácil juego del ocasional comentario desde fuera– la nada fácil labor, dejen que lo reitere, que realizan los esforzados profesionales de los medios de comunicación que cubren esa información, la información local, en nuestra capital y provincia: no desistáis, compañeros, os necesitamos más que nunca.