Un mundo al revés
Yo quiero un mundo al revés.
Y quiero la noche clara,
el día, sin amanecer,
y la Primavera blanca.
Y que el Río no tenga patos,
que no sea verde la Sierra.
Que el perro se vuelva gato
y que sea plana la Tierra.
Que los hijos fueran padres,
que los sirvientes señores;
que las piedras sean hojaldres
y los odios, sean amores.
Que para mirar la Luna,
no levantes la cabeza.
Que la mires en tu cuna
para admirar su grandeza.
Que el Sol parezca de hielo
y las estrellas, cercanas.
Decirte que no te quiero,
que ¡nunca! salten las ranas.
Que Cuenca esté por el Norte,
Baleares por Aragón.
Que nunca me reconfortes,
que pare mi corazón.
Los libros, páginas blancas,
los discos, ruidos extraños.
Y los yates, que sean barcas,
y dos meses, dos mil años.
Esto, lo pensaba un loco,
una mañana de “estrés”.
Que no andaba bien del “coco”,
mirando el mundo al revés.