Miguel Ángel Blanco
Cuenca no fue ajena la pasada semana a las multitudinarias concentraciones y minutos de silencio guardados en toda España en memoria de Miguel Ángel Blanco y de todas las víctimas del terrorismo.
La Rotonda en homenaje a las Víctimas de la Ronda Oeste, el Ayuntamiento y el Palacio Provincial fueron algunos de los escenarios donde representantes institucionales y otros ciudadanos recordaron uno de los atentados que más conmovió a la sociedad española por la angustiosa espera de 48 horas que se produjo entre el secuestro del que fuera concejal del Partido Popular en Ermua (Bizkaia) y su posterior y cobarde ejecución.
Además, aunque sobre todo a partir del asesinato del concejal del PP en San Sebastián Gregorio Ordóñez en 1995 la sociedad vasca ya había empezado a despertar del ‘sueño’ en el que el terrorismo le había sumergido a base de instaurar el terror y de crear un clima de miedo y de falta de libertad, el de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997, fue el atentado que, definitivamente, marcó un antes y un después en la historia de ETA, la gota que colmó el vaso de la indignación de una sociedad que por fin salió a la calle sin miedo y se mostró públicamente en contra de una masacre que en sus cincuenta años de historia acabó con la vida de más 800 personas y condenó a miles de vascos no independentistas a emigrar o a vivir en la compañía siempre vigilada de los escoltas.
Concentraciones como esta son especialmente importantes en un momento en el que, también este mes, en concreto el próximo 30 de julio, se cumplirán ocho años del último atentado mortal de ETA en España, el cual acabó con la vida de dos guardias civiles, Carlos Saenz de Tejada y Diego Salvá, asesinados en la localidad mallorquina de Palmanova con una bomba lapa adosada a su automóvil en el año 2009. Porque, aunque aquellos trágicos hechos están todavía demasiado cercanos en el tiempo, existe el riesgo de que las nuevas generaciones desconozcan qué fue ETA y el daño que su espiral de atentados en defensa del independentismo generó en nuestro país. Uno de los episodios más trágicos de nuestra historia que precisamente por eso es necesario recordar para que nada parecido pueda volver a suceder. Porque ningún fin puede justificar el asesinato de personas y por encima no ya solo del independentismo, sino de cualquier ideología, hay una cosa que es mucho más importante: la vida de las personas.
