Justos recordatorios

Bien, se nos va agosto y aquí tenemos ya, entrando por la puerta, a un septiembre que nos va a traer al calendario expositivo de nuestra capital el recuerdo de dos grandes artistas de la tierra, dos artistas que ya nos dijeron adiós pero cuya obra no sería justo que fuera por ello sumiéndose en el olvido: el alfarero Pedro Mercedes y el pintor Julián Pacheco. Las piezas creadas por las taumatúrgicas manos del primero, domeñadoras de volúmenes y sueños hasta conseguir el milagro de que arcilla y barro, para los demás materia inerte pero en las que él sin embargo, augur clarividente, veía ya de inicio formas que le hablaban –“porque la tierra”, le diría más de una vez a este articulista, “grita entre tus manos mientras la estás moldeando, grita y te habla si sabes oírla”–, aquellas piezas con las que conseguía el milagro, el imposible de transmutar la forma en sentimiento, el trazo en gesto, el rasgo en sueño, van a convivir, en fraterno abrazo con las de otros ceramistas conquenses como Adrián Navarro, Rubén Navarro, Luis del Castillo, Fernando Moya, Fernando Alcalde, Antonio Hernansanz y Daniel López en la muestra “Moldeados en tierra” que en su homenaje está ya montando el ayuntamiento capitalino en la Casa Zavala. Y a su vez anda ya también en vísperas la que a su vez, bajo el título de “Julián Pacheco: diálogos”, ha promovido la Universidad de Castilla La Mancha para su Sala Acua en torno al hacer pictórico y gráfico de quien, desde una postura ideológica que le llevó a desarrollar un quehacer plástico concebido no sólo como expresión formal puramente icónica sino también, incluso esencialmente, como vehículo de comunicación, y en el que la preocupación y la crítica social, codo a codo con la más aguda ironía, se expresaron mediante una concreción formal hermana de las vanguardias de su tiempo, una concreción formal para la que empleó todos los recursos formales expresivos a su alcance, de la figuración matérica de sus “muros” a la pop-expresiva de sus escenas más descarada y directamente satíricas o a la abstracción surreal-primitivista de otros de sus trabajos, en un doble diálogo a la par con la sociedad y consigo mismo. Bienvenidas sean ambas iniciativas expositivas como justos recordatorios del buen hacer y del legado de dos de los nombres más importantes del, por otra parte afortunadamente nutrido catálogo de artistas contemporáneos en Cuenca nacidos o con Cuenca relacionados.