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Eduardo Soto
Eduardo Soto
30/05/2018

Cuando el sol sale

Dicen las estadísticas que el ciudadano medio dilapida en la factura de la luz eléctrica aproximadamente el 14 % de su sueldo. Si posee un coche (hay quien tiene dos), se gasta al menos otro 15% más: considere el efervescente precio del combustible, cuente también con el mantenimiento del vehículo, las reparaciones, los impuestos, los peajes, los lavados, la ITV, los seguros, los papelitos del aparcamiento y, sí, contabilice también las multas (antes o después cae alguna). ¿Se imagina la cantidad de cosas que podría hacer si pudiera liberar casi el 30% de su sueldo todos los meses?

Véase con unos paneles solares en su tejado que alimentan sus bombillas, su portátil, su móvil, su lavadora, su bicicleta eléctrica, la play, la tele, la moto eléctrica y el coche autómata. ¿Se imagina a todo el barrio o a su pueblo generando energía para todos sus habitantes y vendiendo la sobrante a fábricas y empresas que puedan utilizarla creando riqueza a su alrededor? Un coche pasa a recogerte a tu casa, se conduce solo, tiene wifi. Una parte de la carretera está hecha de paneles solares y el coche absorbe la energía al tiempo que circula sobre ella. No es ficción de la ciencia; es la ciencia que alcanza al mercado.

De 2008 a 2018 el precio de la energía fotovoltaica se ha reducido a un 10%. Lo que valía 100 ahora vale 10. No en vano el Instituto Internacional de la Energía ya declaró 2017 como el año fotovoltaico y las inversiones en centrales solares se han disparado en todo el mundo. Europa instaló 8,61 gigavatios solares en 2017, España un 1,56% de esa cifra total, Alemania doce veces más.

Estamos en un momento de transición energética mundial, y no es una ocurrencia: Francia ha creado un Ministerio de Transición Energética, en Dinamarca ésta Transición se declaró hace tiempo como un Objetivo de Estado. Más de la mitad del calor suministrado a los usuarios de calefacción urbana de la isla Ærø (de la lluviosa y gris Dinamarca) proviene de la energía solar, el resto proviene de biomasa producida localmente. Esta isla de Ærø posee la mayor central térmica solar del mundo, y se está ampliando. Más demostrativo aún es el ejemplo de la isla de Sansø donde toda la energía es renovable. Cuando cerraron el matadero y un centenar de personas se quedaron en el paro, los habitantes de la isla se unieron para invertir en energías renovables proporcionando así nuevos empleos. Recuperaron su antiguo nivel de vida y se lo aseguraron a sus hijos, nietos y bisnietos, para siempre, independientemente de la fluctuación de los precios del gas o del petróleo; sin la amenaza perpetua de la radiactividad nuclear.

En la antigüedad se pagaba con sal, o con trigo, ahora una parte importante de su salario la destina a pagar una energía que puede producir usted. Energía Social significa que quien lo desee pueda invertir, producir y beneficiarse de su energía, renovable y limpia, y disfrutar así de un nuevo derecho: la libertad de la autosuficiencia.

Los derechos se ganan. En Alemania el desarrollo de las Energías Renovables se hizo contra el sistema eléctrico tradicional, promovido osadamente por los propios ciudadanos. Hoy, 8,5 millones de alemanes viven bajo formas de autoabastecimiento energético. En nuestro país (el del sol) este tema no aparece en la agenda, ni siquiera cuando la Unión Europea le tira de la orejas. De todos los países miembros, solo España y Hungría gravan el autoconsumo de energía y establecen un recargo, el llamado “impuesto al sol”.

Esto va a cambiar, pronto. Está en nuestras manos aprovechar la transición para hacer más democrática, social y razonable nuestra comunidad humana. Dejar pasar esta oportunidad significa aceptar que un modelo centralizado de producción y distribución de la energía siga arrebatándonos el 30% de nuestro sueldo, de nuestro tiempo, de nuestra libertad; significa dejar en manos de pocos el precio de nuestra energía, el bienestar de nuestro futuro y el de nuestra descendencia.

La gran noticia de estos tiempos desesperanzados es que hay energía para todos. Más allá del ruido político y la especulación financiera, ésta sí que es una novedad histórica relevante. Si prefieren verlo así, ya está aquí la tecnología que estábamos esperando para hacer un mundo mejor y más saludable. No, el sol no nos dice: “la energía la hago yo y os la vendo a través de estos pocos señores al precio que a ellos les dé la gana”. El verdadero mensaje que envía el sol cada mañana cuando se alza sobre el horizonte es diáfano desde el principio de los tiempos: “Cuando el sol sale, sale para todos”.

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