El concejal nostálgico

Vivimos en un país con libertad de expresión gracias a lo cual un concejal del PP en el Ayuntamiento que añora la dictadura puede, según parece, rendir homenaje a Francisco Franco a través de su estado de Whatsapp y que no pase nada. Pero que tenga derecho a expresarse no significa que su postura resulte coherente con su condición de concejal. Desde luego que indignación en la ciudadanía ha generado. Máxime cuando este concejal que reivindica al dictador, hay que recordar, se ha presentado en las listas del PP al Ayuntamiento en tres elecciones municipales, resultando además elegido en las tres, y ha tenido y tiene varios cargos de responsabilidad, en la actualidad áreas como las de Movilidad y Seguridad.

A quien debiera estar agradecido este concejal, nos parece, es a los grupos políticos que sacaron adelante la Constitución de 1978, que en breve cumplirá 40 años. Por las libertades que trajo a España un tratado que implicó la culminación de la llamada transición a la democracia. Que sus palabras de agradecimiento se dirijan, sin embargo, a un dictador que llevó al país a una guerra civil y que después gobernó durante décadas de forma autoritaria, firmando sentencias de muerte y reprimiendo lenguas como el vasco o el catalán y todo tipo de protestas contra el régimen, nos parece inadmisible. Lo mismo que el partido al que pertenece permitiera que los símbolos franquistas ubicados en un lateral de la Catedral permanecieran hasta hace bien poco a la vista o que varios diputados nacionales, también del PP, presentaran en septiembre de 2005 un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la ley del matrimonio homosexual.

Será, como dice el alcalde de Cuenca, que dentro del PP hay personas “con diferente ideología”, pero de ahí a que, como también asegura, todas sean igual de respetables, nos parece que hay un trecho. ¿Desde cuándo reivindicar en una democracia consolidada a un dictador puede ser respetable?