Carretería

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ay cuestiones que en nuestra capital provincial parecen afectadas, una y otra vez, por el síndrome del perpetuo retorno por más que creyéramos, también una y otra vez, que ya estaban superadas. Una de ellas es, sin duda, la de la peatonalización-no peatonalización de Carretería, un enfrentado posicionamiento que, ingenuos, creíamos había quedado ya atrás pero que ahora, al hilo de la actual llamada municipal a urnas, vuelve a reabrirse con el añadido, en la propuesta programática del Partido Popular, de una nueva opción que podría calificarse como de semipeatonalización concretada en la reapertura de la vía, en un solo sentido, a la circulación de autobuses y de otros vehículos en lo que se señala sería un “tráfico lento”, es decir a un máximo de veinte por hora de velocidad. Según sus promotores ello ayudaría a combatir la desactivación y devaluación que actualmente se deja sentir en ella, y en general en el tradicional centro urbano de la ciudad, esa desafortunada situación, real desde luego, que hace tan pocos días ponía tan llamativamente en la agenda mediática la muy resultona campaña propiciada por la Asociación de Comercio y CEOE-Cepyme conquenses. Cabe sin embargo preguntarse el porqué esa reapertura al tráfico serviría realmente para ello cuando uno piensa, por un lado que esa devaluación comercial –en un proceso en el que, por otro lado, y aparte de la en efecto comprobable degradación del entorno y, no lo olvidemos tampoco, de la feroz global competencia de los centros comerciales y la venta online, también habría que inquirir por la propia capacidad emprendedora y de gestión de los titulares de los establecimientos– ya se comenzaba a sentir cuando la vía estaba abierta al tráfico de vehículos (imposibilitados, por cierto, en la práctica, de aparcar en ella ante la proliferación de espacios reservados a la carga y descarga) y por otra cuando a uno le parece más que palpable, no sé a ustedes, cómo su peatonalización –con todas las pegas estéticas o funcionales que podamos ponerla–, aparte del indudable beneficio que ha supuesto para cafeterías, heladerías y bares en ella ubicados (a cuyas terrazas no parece que les favoreciera mucho el continuo paso junto a ellas de coches o motos) lo que ha propiciado es una mayor, pero que mucha mayor afluencia de vecinos y visitantes –al menos hasta que con la llegada de la noche su espacio se troca, vaya que sí, en el más desconsolador y absoluto desierto– con el consiguiente paralelo aumento de la probabilidad de compra en sus comercios siempre, claro está, que lo que les ofrezcan les resulte atractivo. Y tampoco este modesto opinante acaba de ver cómo demonios esa reapertura –que además incluiría una nueva remodelación con el consiguiente coste económico– concuerda con el también declarado proyecto de ese mismo partido de poner en marcha un, según su propio calificativo, ambicioso plan de peatonalización –aplauso ahí para tal intención– del resto de la zona. Si quiere que les diga, yo aplicaría a Carretería los conocidos versos de Juan Ramón sobre el poema: “¡No le toques ya más, / que así es la rosa!”