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Orión
Orión
07/07/2018

En carne viva

Evencio empezó diciendo: ¡Vamos, que para una vez que Mariano Rajoy actúa con celeridad, en esa “espantá” que parece que nadie esperaba, se equivoca el tío! La verdad es que en estos momentos el PP recuerda al camarote de los hermanos Marx.

Sus primeras primarias van a resultar un menú de difícil digestión para una formación que hace apenas un par de años fue el partido político más votado de España. Vamos, que como se descuiden un poco lo van a dejar en carne viva.

Un proceso que está desvelando asuntos que hacen cada vez más difícil dar crédito a las palabras de sus dirigentes (¿es cierto que son tantos como dicen? por mostrar un ejemplo) y poniendo de manifiesto que las relaciones entre sus referentes políticos más significativos está tan deteriorada que difícilmente alcanzarán a suturar las heridas que toda lucha fratricida trae consigo, una vez que una candidatura se imponga a sus oponentes. Eso si tienen remotamente la intención de hacerlo.

Hoy nadie duda que las primarias son un signo de democratización de un partido político, como también se comparte que el debate enriquece y que no se concibe un bloque monolítico de pensamiento único. Pero una cosa son las diferencias programáticas o de organización y algo bien distinto una campaña de ataques que llegan a los aspectos personales de los contendientes y olvidan mensajes en profundidad que den respuesta a las grandes preguntas que los afiliados y los votantes potenciales se hacen sobre el futuro. Del partido y de España, pues bien sabido es que el PP es una organización de cuyo concurso la sociedad española no puede prescindir… al menos de momento.

Pero lo cierto es que si nos fijamos en los mensajes principales que están transmitiendo los candidatos el panorama no resulta optimista. Como tampoco ayuda la forma en que el procedimiento está concebido.

En efecto, no se han programado debates entre ellos, se han querido cambiar las reglas una vez comenzado el proceso, se ha discutido la validez del procedimiento, se ha usado, sin tino a nuestro juicio, el método de “y tú más”, se ha marginado, hasta donde podemos saber, la reflexión sobre el modo de hacer frente a los retos que la sociedad española tiene, sobre cómo abordar una nueva transición a otros modos de ser y de estar en un partido renovado (¿renovado?), se alejan de una disposición a pactar un consenso una vez concluido el proceso y se puede intuir que las relaciones entre los grupos que han emergido serán de hostilidad más que de diálogo para buscar acuerdos, hoy más que nunca necesarios en un momento en que el país precisa de grandes ejes de consenso que nos permitan avanzar en busca de una posición común en temas de calado, tanto políticos como sociales. No necesitamos partidos divididos que muestren debilidades y rupturas internas.

¿Se quedará el PP fuera del debate para afrontar una nueva Transición, a todas luces necesaria?

Es impensable. Pero serían responsables de una nueva parálisis política que nos pasaría factura dentro y fuera de nuestras fronteras. Y nada hace pensar que ningún candidato en liza esté dispuesto a sentarse para alcanzar compromisos.

Pongamos como ejemplo a Sáez de Santamaría (perdonen que no la llamemos Soraya. Nadie nos la ha presentado).

Al bajar de un avión informó a la audiencia televisiva que iba camino de la farmacia del aeropuerto para buscar un calmante pues uno de los miembros de su equipo de campaña tenía una fuerte jaqueca. Iban a comprar paracetamol. Mirando a la cámara y con una gran sonrisa, nos dijo a todos algo así como que no habría suficiente paracetamol para calmar los dolores de cabeza que pensaban dar a Pedro Sánchez.

Le debió parecer una feliz ocurrencia, hasta el extremo de que ella se ha llamado a sí misma “la candidata del paracetamol”.

Esa es la síntesis de su mensaje a la tropa: votadme para darle dolores de cabeza al presidente del Gobierno.

-Magro proyecto, musitó Adán. definitiva, no sabemos qué ocurrirá en el Congreso del PP., pero de momento, incluso a nosotros que nos declaramos no votantes de ese partido, la situación nos parece muy preocupante y nos genera un punto de zozobra.

¿Cómo lo estarán viviendo los afiliados de base (los que estén vivos, claro)?

Pongamos un ejemplo: Aznar ya ha manifestado que no irá a votar. Más claro el agua.

Queda dicho.

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