¿Cambio de planteamiento?

Que el Trasvase Tajo-Segura –una de las obras de ingeniería hidráulica, por otro lado, más ambiciosas realizadas nunca en nuestro país– nació y se ha desarrollado envuelto en la polémica, es algo más que sabido. La polémica lo acompañó si no incluso antes de su propia construcción, desde luego desde que allá, a finales de los setenta del pasado siglo, llegaran por primera vez a las tierras de la cuenca del segundo de esos ríos procedentes de la del otro las aguas. Lo acompañó porque si bien su creación iba a posibilitar la expansión de la horticultura intensiva del Sudeste de nuestro país convirtiéndolo en una de las mayores zonas en Europa de producción de hortalizas al aire libre fuera de temporada, visto sin embargo desde nuestra región y, dentro de ella, desde nuestra provincia, siempre se ha pensado que perjudicaba los intereses de nuestra tierra y nuestras gentes, llevándonos incluso a la generalizada opinión de considerarnos como la única comunidad autónoma afectada por un trasvase que si bien serviría para potenciar otras zonas, desde nuestro punto de vista, en la realidad del día a día lo haría sin beneficiar a los municipios de tránsito o cubrir las carencias de nuestro territorio, una consideración que se ha mantenido enraizada a lo largo del tiempo y que ha desatado, más o menos virulento o larvado según los momentos, la discordia entre las distintas comunidades implicadas – Castilla La Mancha, Extremadura, Madrid, Valencia y Murcia – bien, cual nuestro caso, como cedentes, bien como receptoras, en una relación inserta en un marco de tensiones especialmente acentuado en épocas de sequía; tensiones que nunca han dejado de estar presentes y que han abocado asimismo a enfrentamientos con el gobierno central en un panorama en el que entran también las disquisiciones sobre el porqué otros trasvases en su día previstos no se han llevado, en cambio, a cabo, y han planteado también la pregunta de hasta qué punto los castellano-manchegos y los conquenses no hemos sido capaces de presionar eficazmente en la defensa de nuestros intereses.

Acaba sin embargo de producirse un hecho, siquiera mínimo y merecedor aún de todas las reservas, que parecería abrir una cierta posibilidad a un cambio en la postura generalmente mantenida a lo largo del tiempo por la administración central con las opiniones vertidas por la ministra para la transición Ecológica Teresa Ribera en el curso de una amplia entrevista en un rotativo nacional en la que, aparte de poner en duda el concepto de déficit hídrico calificándolo de “mito”, preguntada por la posibilidad de ponerle fecha de caducidad al funcionamiento del Trasvase, ha señalado que “lo extraordinario” –es decir, los trasvases– “no se puede convertir en ordinario, que todos los meses o todos los años tengamos que hacerlo”. No es que de una simple declaración a un medio periodístico de una ministra que acaba de asumir el cargo, y en una legislatura de tan peculiares características como la actual, deban extraerse conclusiones demasiado firmes pero, ¿podría ser indicio de un posible cambio de postura en los planteamientos gubernamentales? En fin, crucemos los dedos y esperemos.