Buscando piso

Como estudiante con comienzo de curso en el horizonte, funcionario recién trasladado o afortunada pareja con posibles, el tan traído y llevado Museo del Títere anda, a lo que estos días se nos dice, buscando dónde plantar sus reales, buscando piso, vaya. Descartada la en su momento barajada antigua iglesia de San Andrés por no reunir las adecuadas características, especialmente las acústicas, que se requerirían, se habla ahora de la posibilidad de encontrarle acomodo en la antigua Iglesia de Santa Cruz –que anda que no ha tenido también inquilinos y vacíos, ahora soy esto, ahora voy a ser lo otro, ahora no soy nada, a lo largo de su historia– que en principio, y acondicionada precisamente para ello por el Consorcio de la ciudad hace un par de años, iba a albergar los fondos artísticos del Museo de Cuenca –otros que vaya si no llevan tiempo, tiempo y tiempo sin encontrar nunca el lógico acomodo expositivo que por su importancia deberían tener– según un proyecto que, sin embargo y a lo que se ve, no anda por demasiados buenos derroteros al no acabar de concretarse el convenio con la Junta de Comunidades –¿a qué les suena esto? – que lo haría realidad. Y lo cierto y verdad es que tanto lo uno como lo otro son empresas que deberían llegar a buen puerto, porque si efectivamente el planeado museo titerero, con la llamada Máquina Real –un escenario teatral diseñado por Jesús Caballero y construido hace poco más de una decena de años a imagen y semejanza de los usados en el siglo XVII y dotado de los ingenios necesarios para poder representar cualquier espectáculo de teatro de títeres y en particular comedias barrocas– como baza principal pero complementado con la serie de títeres realizados en los últimos años por la asociación cultural de igual nombre a través de un par de talleres de empleo de carpintería y mueble subvencionados por el gobierno regional, añadiría un singular y valioso elemento a la oferta expositiva de la ciudad, la verdad es que también pasa ya de castaño oscuro que las obras pictóricas y escultóricas de la sección de Bellas Artes del Museo de Cuenca –y ya puestos por qué no también las de la asimismo existente y tampoco mostrada de Etnología– no puedan ser contempladas y disfrutadas por propios y visitantes. Venga, demonio, pongámonos las pilas y saquémosle rendimiento a ambas a nuestro alcance bazas; que no se nos pueda decir que lo uno por lo otro, dejamos tan deseables dos casas sin barrer…