Bill Viola

Que solo durante el pasado puente de Todos los Santos fueran en torno a 3.000 las personas que visitaron la exposición de Bill Viola, ‘Vía Mística’, compuesta por 16 videocreaciones del prestigioso artista neoyorquino repartidas en cuatro espacios del Casco Antiguo, es algo digno de valorar. Se rondan ya los 7.000 visitantes en poco más de 20 días, algo que probablemente ningún otro acontecimiento cultural o lúdico sea capaz de conseguir.

La cultura, hay que insistir, no solo genera placer a quien la consume, en el caso de las obras de Viola animándonos además a reflexionar, sino que es uno de los principales atractivos con que contamos para atraer visitantes y generar movimiento económico en una capital y una provincia que siguen de capa caída pese a la recuperación de la economía española, perdiendo población sin freno.

Grandes eventos, como también lo fue la exposición con obra de Ai Weiwei que la Catedral acogió hace un par de años, pueden marcar un antes y un después en la marca Cuenca como destino turístico y cultural. Porque, aunque dispongamos de uno de los cascos antiguos más emblemáticos del mundo y de recursos culturales permanentes que ya quisieran otras ciudades como el Museo de Arte Abstracto Español o la Fundación Antonio Pérez, es necesario que nuestra oferta se renueve, varíe, y promocione fuera de nuestras fronteras para que no haya excusas no solo para no visitar Cuenca, sino para no volverla a visitar pasado un tiempo.

Si tenemos esto claro sobran críticas como las lanzadas recientemente por el Ayuntamiento, cuyos representantes muestran su enfado porque el logo de esta administración no haya sido incluido en unos banners y cuñas publicitarias o sea “imperceptible” en el caso de unos carteles distribuidos por la ciudad. Ganas de desviar la atención con respecto a lo verdaderamente importante: que la obra de Bill Viola pueda verse en Cuenca y la gente esté acudiendo a verla. Y si, encima, nadie sale indiferente tras su contemplación, ¿qué más podemos pedir?