Remontes
A pesar de que son muchos los años en los que en Cuenca se habla de la necesidad de mejorar la comunicación entre la ciudad y su Casco Histórico, lo cierto es que éste continúa siendo inaccesible. Los conquenses no terminamos de subirnos a ese tren, como sí han hecho otras muchas ciudades en nuestro país con problemas de orografía similares, por supuestos miedos a interferir en un patrimonio que, en nuestro caso, ostenta el reconocimiento de la UNESCO.
El que es sin duda el monumento de la capital conquense más fotografiado por turistas y visitantes, las Casas Colgadas, no son más que una balconada barroca que se anexionó a un edificio previo. Fue, por lo tanto, una modificación sustancial del entorno y del paisaje.
Otro ejemplo es el puente de San Pablo, igualmente objeto de focos y flashes, que cambió su aspecto en piedra para dar paso al hierro.
El grupo de arquitectos conquenses que ha diseñado una propuesta para mejorar la accesibilidad a la parte alta de nuestra ciudad, incluyendo cuatro ascensores y siguiendo como hilo conductor la muralla de Cuenca, ha puesto el acento en la necesidad de – como entonces se hizo- avanzar en la construcción del patrimonio del futuro.
Son indudables la belleza y singularidad del paisaje conquense, Patrimonio de la Humanidad; como debiera ser también indudable la necesidad de acercarlo a todas las personas, y nos referimos especialmente a aquellas con movilidad reducida a las que la instalación de sistemas mecánicos para acceder a nuestro Casco facilitaría enormemente su disfrute. Si además se van a controlar de forma férrea el acceso y la circulación de vehículos en el barrio a través de cámaras que memorizan las matrículas, algo que no gusta a muchos vecinos y empresarios del barrio, el equipo de gobierno municipal debería verse obligado, en contrapartida, a buscar otras alternativas que hasta la fecha no ofrece un transporte público insuficiente y caro. Tampoco se facilitará la tarea a aquellos conquenses que deban hacer gestiones en el Ayuntamiento.
El factor psicológico también interviene en este asunto. No es lo mismo llegar a la Plaza Mayor agotados y ‘echando el bofe’ que hacerlo descansados gracias a un cómodo remonte. El visitante andará más y mejor por nuestros bellos rincones, estará más predispuesto a consumir y comprar en el barrio y disfrutará más de una experiencia que, sin duda, aconsejará realizar a familiares y amigos.
Nos lo dicen desde fuera, como esta semana una de las plataformas más prestigiosas de arquitectura del mundo, en ciudades como Cuenca son esenciales estas propuestas arquitectónicas para revitalizar desde el punto de vista social, cultural y económico nuestro casco histórico; pero, al parecer, una vez más, no somos capaces de verlo desde dentro.
Pamplona, Vitoria o Toledo son algunas de las ciudades españolas que, a través de actuaciones ejemplares, han mejorado su accesibilidad beneficiando así no sólo a los turistas, también a la población local.
Evidentemente entendemos que la construcción de unos remontes o ascensores no deben entenderse como sustitutos de otras medidas como el transporte urbano, sino un complemento que, además, evitaría ver, como vemos, nuestro casco antiguo inundado de vehículos. Pero resulta que tampoco avanzamos en este sentido, puesto que se han suprimido líneas de autobús.
Es urgente actuar. ¿Seremos capaces de ponernos de acuerdo?
