Pública, plural e independiente

Pública, plural e independiente: así ha dicho la periodista Rosa María Mateo que intentará, que va a intentar que sea a partir de ya Radio Televisión Española. Pública, plural e independiente ha de ser, hubiera debido ser siempre sin duda. Pública evidentemente por su propia condición de tal, por, cual el propio diccionario dicta, pertenecer a la administración pública, por estar destinada al público, por su deber de ser accesible a ese público y por hacerse a la vista de todos y, dada esa condición de pública que ya le viene dada de inicio por su propia naturaleza, lo de plural e independiente deberían, habrían debido derivarse siempre, de inmediato, de ese su mismo carácter de servicio público en todos los sentidos. Y pública, plural e independiente quiere este articulista creer que la desean, la mayor parte al menos, cuantos hoy conforman su real o potencial audiencia y así deberían haberla exigido y ¡ay!, no lo han hecho, no lo hicieron, al menos con la fuerza que habrían debido. Pública, plural e independiente la quisimos siempre, desde siempre, la mayor parte de cuantos a lo largo del tiempo para ella y desde ella y como pudimos, a la contra tantas veces de intereses tanto políticos como económicos del universo social e informativo, para el público trabajamos soñando con conseguir una estructura y un estatuto similar por ejemplo, al que, con todas sus imperfecciones pero a años luz de cuanto nos constreñía tenía –era nuestro desideratum– la británica BBC. Y pública, plural e independiente seguro que la desean –y bien que lo han venido demostrando últimamente con sus acciones reivindicativas– la mayoría de cuantos en ella y desde ella siguen a día de hoy dando el callo. No va, pese a todo, y perdonen la desconfianza de quien tanto calendario y experiencias tiene ya a sus espaldas, a tenerlo fácil la recién elegida administradora provisional de la corporación; no lo va a tener fácil lo primero por ese mismo carácter provisional de su mandato, en principio con fecha de caducidad en el ya tan cercano otoño donde se supone, aunque unas suelan ser las intenciones y otras las circunstancias dictadas por la dura realidad del aquí y ahora, que habrá concluido con la elección de un nuevo consejo de administración mediante el ya en marcha concurso público abierto para ello, ni por la evidente dificultad de cambiar un rumbo en tantas demasiadas ocasiones más que torcido torticero. Ojalá que al menos consiga marcar –crucen los dedos– una impronta y una ruta que quienes la sucedan acepten y sigan.