San José Obrero
Resulta que, tras casi seis décadas de historia, un club de fútbol de Cuenca, el San José Obrero, con en torno a 200 jugadores y 260 socios en sus filas, se encuentra en riesgo de desaparecer. La principal causa, la deuda que tiene con el Ayuntamiento de la capital, de en torno a 210.000 euros por el uso de instalaciones municipales de 2012 a esta parte que la administración pública no parece dispuesta a perdonarle.
Que se cobre unas tasas a los clubes por el uso de servicios municipales está claro que es un derecho de los ayuntamientos. Pero lo que no se puede entender es que se le pida tal cantidad de dinero a un club con historia pero modesto donde los haya, que además juega y se entrena en un campo de fútbol del montón, como es el de ‘La Bene’, y en otro en un estado totalmente deteriorado, como es el de Obispo Laplana.
Serían en torno a 25.000 euros lo que le pediría el Consistorio al club por el uso anual de estas dos pistas, algo que el San José pudo afrontar con normalidad hasta el citado año 2012 gracias a las ayudas que el propio Consistorio repartía entre los distintos equipos conquenses. Una manera de recaudar aportando que entendemos lógica cuando hablamos de clubes bajo mínimos que sin embargo contribuyen a fomentar la práctica deportiva y a difundir el nombre de Cuenca por toda la región.
Entonces, parece claro que el anterior equipo municipal se equivocó al suprimir este tipo de ayudas por mucho que se viera obligado a ello al estar intervenido por Hacienda, dentro de un Plan de Ajuste. O que, cuando menos, debería haber acompañado la eliminación de las ayudas de una exención por escrito del pago de las tasas.
Y ahora el caso es que el problema se ha agrandado al solicitar el actual equipo municipal al San José Obrero, Balompédica Conquense y Ciudad de Cuenca que cumplan con los pagos establecidos en la ordenanza municipal de uso de las instalaciones deportivas. Una barbaridad que el propio Ayuntamiento sabe que los clubes no están en condiciones de asumir, de ahí que pueda llevar a su disolución. Algo muy grave al partir además de una administración que tantas veces ha reivindicado la importancia del deporte como práctica y modo de atraer visitantes a la ciudad.
En fin. El caso es que el asunto pinta mal y que los actuales dirigentes de la junta gestora del club lo tienen claro: antes desaparecer que pagar. Pero, insistimos, no porque no quieran pagar sino porque, seamos serios: ¿de dónde van a poder sacar ahora esos 211.000 euros?
