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"Esta profesión requiere un enorme esfuerzo físico, es igual de sacrificado para hombres y mujeres"

Rocío Fernández es en la actualidad la única mujer cámara que trabaja en los medios de comunicación conquenses
"Esta profesión requiere un enorme esfuerzo físico, es igual de sacrificado para hombres y mujeres"
Foto: Saúl García
19/07/2018 - Nuria Lozano

Si algo llama la atención de quienes la conocemos es que nunca pierde el sentido del humor y tiene siempre una sonrisa para todo el mundo. Y una célebre muletilla: “¡qué show!”. De esta jovial manera afronta Rocío Fernández llevar encima del hombro a diario su inseparable cámara. Reportera de la televisión pública regional, es en la actualidad la única mujer en la provincia que desarrolla este trabajo en un medio de comunicación, un territorio que parece reservado en exclusiva a los hombres.

Rocío se vuelve a reír cuando recuerda como llegó “de rebote” a esta profesión. “Me tocó por suerte”, dice. Trabajaba en un canal local en el departamento de continuidad, que es el encargado de conseguir una señal continua sin espacios en negro durante las horas de emisión y, debido a algunos cambios en la empresa, tuvo que pasar a montadora y después a cámara-montadora.

“Al principio lo llevé fatal, yo nunca había utilizado la cámara y me costó mucho hasta el punto de que casi lo dejo”. Gracias a sus compañeros de entonces- Javi Arenas, Alfonso, Javi Fernández y Guillermo- a los que recuerda con un cariño especial, a su marido Rubén, y sobre todo a su arrojo y decisión salió adelante. “Me dieron un cursillo intensivo de un mes donde aprendí todo lo necesario y además me dije: esto no se me pone a mi por delante”. De eso hace ya más de seis años y ahora reconoce que está feliz y su trabajo es muy gratificante.

“Lo mejor es el trato con la gente, cuando vas a grabar por ejemplo a algún pueblo y te acogen súper bien”. Tan bien que en una ocasión su compañera periodista y ella casi no llegan a tiempo para emitir porque les habían invitado a una copiosa cena “y no íbamos a hacer el feo, así que tuvimos que engullir como pudimos”.

Una de las cosas que más le gustó grabar fue como los niños iban a pedirle a Papá Noel sus regalos en el castillo de Belmonte. “Recuerdo las caras que ponían de sorprendidos cuando les decían su nombre”.

Tampoco olvida anécdotas como cuando fueron a grabar un incendio “y nos llevaron en camiones hasta allí, pero tuvimos que volver andando y casi nos perdemos por mitad del monte”.

Ésa es la cara, pero ser cámara también tiene su cruz. Lo que peor lleva Rocío es pasar calor en verano y la nieve y la lluvia en invierno porque hay que seguir grabando caiga lo que caiga. Pero sin duda lo más duro es soportar los 8,5 kilos que pesa el artefacto, más otros ocho del trípode. “Imáginate en Semana Santa cuando grabábamos las procesiones enteras. Tengo brazos de camionero”, asegura entre carcajadas.

“Todos los compañeros estamos fatal de la espalda, esto requiere un enorme esfuerzo físico que es igual de sacrificado para hombres que para mujeres. Además no nos cuidamos demasiado, deberíamos ir al fisio al menos una vez al mes, pero solo lo hacemos cuando estamos ya para el arrastre”.

Jamás ha sufrido el machismo en el mundillo, sino piropos de sus colegas gráficos por lo bien que trabaja. Ella intenta superarse cada día, sacar planos distintos, ayudar al redactor a convencer a la gente cuando no quiere salir por vergüenza, a estar pendiente de todo, a llevarlo con paciencia. “Hace mucha ilusión ver luego en la tele tus imágenes”.

“Yo nunca pensé que haría esto pero estoy muy contenta. Aunque, eso sí, preferiría que me tocara una primitiva” (más risas).