DIPUTACIÓN FERIA DEL LIBRO
Más entrevistas: Olivia del Saz Ortega Claudia Molina Jairo Cárcaba José María Albareda Jorge Sánchez Albendea Andoni Sierra Ron Darío Dolz Julián Recuenco Araceli Cuerda Alejandro Moya

"Se crean verdaderos lazos de amistad entre voluntarios y refugiados"

Voluntaria en un campo de refugiados en Grecia, pide que se acepte a quienes llegan de fuera
"Se crean verdaderos lazos de amistad entre voluntarios y refugiados"
30/08/2018 - Nuria Lozano

Esta conquense que está a punto de finalizar sus estudios de Economía en Madrid decidió hace unos meses dejar de ver en la televisión lo que tanto le dolía y vivirlo en primera persona de la mejor manera: ayudando.

De la mano de una ONG, Laura García Escudero ha estado tres semanas como voluntaria en el campo de refugiados de Eleonas, en Atenas, donde había alojadas más de 1.500 personas de 25 nacionalidades, en su mayoría procedentes de Irán, Afganistán e Irak. “Mi primera impresión al llegar fue grata, no me encontré tristeza”.

Allí ha trabajado sobre todo con niños. Ocho horas cada día intentando hacerles un poco más llevadera su estancia. Entre otras actividades, han hecho muebles, maceteros, huertos, han ido a clases de ciencias o dibujaban. Dibujos, muchos de ellos, que representaban casas con bombas o caras llorando. Porque el drama de la guerra y del desarraigo está ahí, detrás de sus sonrisas.

Para Laura una de las experiencias más duras fue cuando una pequeña irakí de 10 años, al preguntarle por sus amigos, le contestó que estaban casi todos muertos. “Lo más escalofriante es que te lo dicen como quien va a comprar el pan. Han normalizado tanto el horror que es algo cotidiano, me resultó muy fuerte”. También tiene grabado en su mente los dientes podridos de los niños, los relatos de gente muy acomodada en su país que se ha visto abocada a esta situación, o de aquellos que han tenido que conducir tanques y han visto a cada minuto la muerte o ellos han tenido que matar.

A pesar de este sabor agridulce, pesa más lo positivo. “Al final se crean verdaderos lazos de amistad entre los voluntarios y los refugiados, éramos como una familia”, señala.

Asimismo, esta joven voluntaria se muestra gratamente sorprendida por la generosidad de los refugiados. “Te dan todo lo que tienen, cosa que muchas veces no hacemos en España. Es muy bonito como nos han tratado”.

A nivel personal, ha experimentado buenas y malas vibraciones. “Me he ido con muchísima pena, porque no sabes qué va a ser de ellos. Me gustaría mucho volver, pero por otro lado sé que no va a ser igual y no sé con quien me encontraré”.

En su opinión, el papel de los voluntarios, de los que más del 70 por ciento eran españoles, no solo es ser un referente para los niños o hacerles la vida más plancentera. “Lo más importante para mí es que sepan que fuera de su círculo hay gente que les quiere y que quiere acogerlos”. En este sentido, lamenta los prejuicios y el racismo que existe al respecto. “Ninguno de ellos está ahí por gusto y todos quieren volver a su casa, pero cuando estén seguros, que es quizá cuando solo caiga una bomba al día al lado de su casa, no hablamos de un Madrid”. Por eso, a todos aquellos que tienen inquietudes por ayudar les aconseja que no tengan miedo. “Hay que estar muy seguro porque vas a trabajar muy duro- yo he adelgazado 5 kilos- y tener ganas de verdad y la mente muy abierta, pero es una vivencia única”, recalca.

Considera que los países europeos deben hacer un esfuerzo para acoger a estas personas, siempre según su capacidad económica “porque por supuesto hay que ayudar a la gente del propio país que lo esté pasando mal, pero creo que tendría que ser un fifty-fifty”.

Y reivindica que desde aquí la mejor manera de hacer algo es tan simple como “aceptar a quien venga sin poner trabas”.