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“San Mateo es la fiesta de los conquenses”

El que ha sido maromero durante 42 años dará el pregón este miércoles 18, a partir de las 17 horas, desde el balcón del Ayuntamiento
“San Mateo es la fiesta de los conquenses”
Foto: Saúl García
18/09/2019 - Dolo Cambronero

Sus primeros recuerdos de San Mateo son junto a su abuela. Tenía sobre unos siete años y ya subía con ella al Casco para ver las sueltas de vaquillas. “Pero de la valla no salíamos”, bromea ahora Luis Guijarro Gallarte (Cuenca, 1940), el ‘Tata’. Hasta que creció y un día se atrevió a correrlas y después ha sido maromero durante 42 años -los últimos nueve como asesor-. El miércoles 18 de septiembre, a partir de las 17 horas y desde el balcón del Ayuntamiento, tendrá el honor de ser el pregonero de unas fiestas que significan todo para él.

“Es un orgullo para mí. Pero también una gran responsabilidad. San Mateo es todo para Cuenca, sin dejar de lado la Semana Santa. Es la fiesta de los conquenses. La vivimos muy de cerca”, subraya.

El ‘Tata’ fue cogiéndole cariño a esta fiesta de la mano de su abuela, quien preparaba la merienda y lo llevaba a una plaza que entonces era de tierra pero en la que echaban arena para esos días. “A los 13 o 14 años, ya me salía un poco de la valla pero sin separarme mucho. Y me subía rápido cuando venía la vaquilla”, cuenta con nostalgia.

Después, él mismo se fue convirtiendo en un clásico de San Mateo: “Yo era de los que estaba todo el tiempo alrededor de las vaquillas”. Y cuando tenía 37 años, le propusieron ser maromero, que son los que se encargan de llevar y dirigir a las vacas, con los cuernos sujetos por cuerdas. El secreto está en tener “piernas” y dejarse el temor en casa. “Como tengas miedo, estás perdido”, recuerda este hombre, que asegura que no se necesita mucha fuerza para controlar al animal.

La edad no es impedimento y el ejemplo está en él mismo, que dejó de ser maromero tan solo hace nueve años, convirtiéndose entonces en el asesor del grupo. Muy activo, este policía nacional jubilado también ha sido árbitro de fútbol hasta hace tres, cuando sufrió un ictus.

Aunque el futuro pregonero sí le pone pegas a la edad, pero por abajo, y pide a las autoridades que controlen la entrada de niños pequeños, “con ocho o diez años”, que salen de las barreras e interrumpen el paso a los maromeros. “Los padres son los responsables”, recuerda, al tiempo que hace hincapié en que hasta los 16 años no se puede correr delante de las vaquillas. “Yo no salí hasta que no fui mayor de edad. Pero ya después no paré”, cuenta.

Tantos años viviendo San Mateo desde dentro dan para mil anécdotas y sustos. Como cuando un día se coló una vaquilla entre la barrera y la pared y una mujer que venía con la compra se encontró con el animal y tiró las bolsas y salió corriendo. O la vez en la que una res pilló a una chica, metiéndole el cuerno entre la camiseta. “Le quitó el sujetador pero no le hizo ni un rasguño”, afirma. O el año en que una vaca se coló en el Obispado o la vez en que le achuchó una vaquilla a ‘Estival’ y lo puso en apuros. “No me lo perdonaba”, bromea.

Sus primeros recuerdos de San Mateo son junto a su abuela. “A los 13 o 14 años, ya me salía un poco de la barrera”, cuenta

También se acuerda de las dos veces en que él mismo ha sido cogido por las vaquillas. “Cuando se vuelve la vaca, al primero a por el que viene es a por ti. Pero solo fue el restregón. No me hicieron nada”, detalla.

Cuando él empezó de maromero, en 1977, eran un equipo de seis pero ahora son diez, además del asesor, labor que ocupa él ahora. “Las vaquillas empezaron a ser más bravas”, matiza. Son todos hombres pero aclara que ninguna mujer les ha propuesto formar parte de este grupo.

Tampoco ninguno de sus hijos ni nietos ha heredado esta pasión por las vaquillas. “Nadie ha querido. A verlas sí van pero no se meten”, relata. Su mujer siempre le ha apoyado e incluso los días de San Mateo se hospedan en un hotel del Casco Antiguo para estar lo más cerca posible de la fiesta.

En cuanto a las críticas a este tipo de festejos, se muestra rotundo al afirmar que “no hay maltrato”. “A las vacas es a las que mejor tenemos que cuidar porque sin ellas, no hay San Mateo”, enfatiza, explicando que solo les dan un tirón con la maroma en el caso de que vayan a pillar a alguien. “Ellas siguen su marcha; van donde quieren”, asegura.

Además de las sueltas de vaquillas, el ‘Tata’ explica que también le gustan mucho las peñas. “Hacen su papel y alegran las fiestas. Aunque San Mateo es de las vacas”, reclama. Mirando al futuro, dice que siendo el pregonero de estas fiestas cumple con uno de los sueños más grandes que puede tener un enamorado de esta celebración.