Más entrevistas: Olivia del Saz Ortega Jairo Cárcaba José María Albareda Jorge Sánchez Albendea Andoni Sierra Ron Darío Dolz Julián Recuenco Araceli Cuerda Alejandro Moya Mabel Lozano

Prendas duraderas y sostenibles frente a la ropa de 'usar y tirar'

Esta marca conquense se basa en el comercio justo y en utilizar las materias primas de la agricultura ecológica para conseguir una moda sostenible
Prendas duraderas y sostenibles frente a la ropa de 'usar y tirar'
Foto: Saúl García
05/10/2017 - Cristina Dolz

Producir ropa de manera que se tenga en cuenta el impacto social y el ambiental es una demanda social en auge desde principios de siglo. Ya hay varias experiencias empresariales que caminan en este sentido y un sello internacional, el Fair Wear Foundation, que certifica las marcas que cumplen los criterios de la moda sostenible.

Estas marcas utilizan materias primas procedentes de la agricultura ecológica, como el algodón orgánico, y controlan que no se utilicen productos químicos agresivos en el proceso de producción a la vez que garantizan que todos los trabajadores implicados tengan un sueldo y unas condiciones laborales dignas.

Panango es una marca de este tipo de moda creada en Cuenca y lanzada al público hace menos de un año. Sus impulsores, Soledad Palacios y Marcos Irnan, afirman que lo más difícil al empezar fue encontrar proveedores que cumplieran con las condiciones del sello internacional. “Te asustas cuando hay empresas que venden camisetas por 15 céntimos porque a saber cómo estarán producidas y qué le pagarán a las personas que lo hacen para que tanta gente tenga que ganar dinero. Es difícil saber qué hay detrás de cada prenda”, explica Irnan.

La falta de información acerca de estos proveedores se incrementa por la distancia entre los puntos de cultivo y producción de prendas básicas –fundamentalmente Pakistán, India y China– y los puntos de distribución. Además, los escándalos de las grandes marcas en relación a la explotación laboral en fábricas de Brasil, la India o Camboya, han extendido la creencia de que las prendas que proceden de estos países han sido obtenidas de manera poco ética pero hay fábricas de todo tipo y algunas certificadas por la FWF. “A nosotros nos gustaría comprar directamente en España pero aquí no hay grandes producciones de algodón ecológico y nos tenemos que ir a los países que si las tienen”, explica Palacios.

Sin embargo, en los últimos dos años, algunas marcas grandes están sacando pequeñas gamas de prendas sostenibles certificadas, algo que en opinión de ambos se debe, en parte, a un crecimiento de la concienciación social y a que “la gente cada vez busca más llevar cosas exclusivas que no lleve nadie”. Pero afirman que, por lo general, “lo que siguen haciendo Inditex y otras firmas similares es ropa de usar y tirar, mientras que nosotros intentamos hacer ropa duradera, de mejor calidad y obtenida de manera decente”, señala Palacios.

Procesos de producción y venta

Soledad Palacios, Marcos Irnan y Alberto Palacios hacen el diseño, la serigrafía y el etiquetaje de todas sus camisetas, sudaderas, polos, carcasas de móviles, neceseres y bolsas, algo que les lleva día y medio de trabajo entre “hacer primero el diseño, luego los moldes, rebelar las pantallas y estamparlas minuciosamente para que la pintura se integre en la tela”, cuentan.

A la hora de vender recurren a Pop Ups (espacios de comercialización temporales), tiendas multimarca y mercados de diseño en Madrid y Valencia, aunque en Cuenca también están empezando a organizar eventos de este tipo con el colectivo Mirabilia, al que pertenecen.

“No tenemos un producto barato porque nuestro proceso de producción no lo es pero tampoco es caro para lo que lo venden muchos de nuestros competidores, la idea es que sea algo asequible para el público medio, que no sea algo exclusivo”. Aunque, según Irnan, los más jóvenes están poco acostumbrados a pagar 25 euros por una camiseta pero “si que hay gente que lo valora, por ejemplo los que tienen problemas de piel”.

Afirman que han tenido facilidades al empezar el proyecto en Cuenca y no en Madrid porque en la capital hay mucha más competencia y más gastos. “En sitios más grandes tendríamos que haber invertido más en publicidad mientras que en Cuenca funciona mucho el boca a boca y tener cuentas de Facebook e Instagram”, apuntan.