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Juan Puerta: alegría y positividad

Juan Puerta: alegría y positividad
27/06/2017 - G.D.

Pintor y zancudo, intenta transmitir su carácter alegre y positivo en todo lo que hace

Juan Puerta (Zaragoza, 1969) es una persona alegre, positiva. Y eso es algo que transmite tanto a través de su obra pictórica como cuando se sube a unos zancos para ejercer de zancudo en cabalgatas, recreaciones históricas y otros eventos festivos.
 
Estos días está de actualidad por la primera, ya que expone en torno a 25 pinturas y una escultura en la tetería Antik de Cuenca capital bajo el título de ‘Obras sin sentido. Colores consentidos’.
 
“Quien me conoce va a ver a Juan en la exposición: alegría, positividad… Soy un afortunado sin fortuna”, cuenta este pintor autodidacta que cita entre sus referentes a Kandinsky, Pollock, Matisse, Pagola o Adrián Moya. “Creo que de todos tengo un poco pero a la vez me he creado mi propio estilo. Aunque yo no sabría definirlo. Una vez sí me dijeron que era impresionismo abstracto”.
 
Junto a figuras cotidianas, especialmente cafeteras que “andan y corren” pero también músicos, pájaros, un gallo y hasta un zancudo (que no es otro sino él), en sus obras es clave el color: utiliza  una gama muy variada con predominio de tonos fuertes y llamativos. “En parte porque soy autodidacta no tengo paleta de colores ni miedo a soltar el color que sea. Hago lo que me sale de dentro y el resultado suele quedar bien aunque, sobre todo, me hace sentir bien a mí”, señala este zaragozano afincado en Cuenca desde el año 1986 que fue al poco de instalarse en la capital conquense cuando empezó a realizar sus primeras pinturas influenciado por el ambiente de artistas en que se movía. “Tuve la suerte de encontrar aquí a grandes artistas y al estar rodeado de ellos empecé a pintar y me gustó. Y sigo haciéndolo”.
 
Tras varios años ganándose la vida como carpintero y en una tienda de enmarcaciones, lleva ya una década ejerciendo de monitor en una residencia de personas con enfermedad mental. Un trabajo con el que está muy contento. Y reparte su tiempo libre entre la crianza de los hijos, los paseos, los cafés, montar en zancos o pintar. “Según me apetece hago una cosa u otra”. Sin obsesionarse pero con cierta constancia. “Pinto porque me gusta y lo paso bien. Porque pintar me transmite paz y alegría. Así que en los momentos chungos, que los tengo como imagino que todo el mundo, me pongo a pintar. No sé si soy artista, pero sí una persona un poco creativa: veo un trozo de tabla y veo una figura, así que la cojo del contenedor y me la llevo a casa y a veces pinto sobre ella, la recorto, la transformo”.
 
Algo de dinero saca con la venta de algunas de sus pinturas, pero asegura que no es ese su objetivo. “Cuando empecé enmarcaba lo que pintaba y como lo exponía en la tienda de enmarcaciones había gente a la que le gustaba y acababa regalándoselo. Hasta que me dijeron que les pusiera precio para que la gente lo valorara. De ahí salió una exposición y vendí casi todo. Que se venda viene fenomenal, porque así puedes comprar material, y a todos nos hace falta dinero, pero no me muevo por eso. De hecho, como admito trueques y a la gente le digo que me pague cuando pueda, al final nunca tengo dinero: es mi sino”.