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"Rajoy debe responder enérgicamente al desafío catalán"

"Yo diría que Trump es un hombre inquietante, muy poco diplomático, bastante zafio, un poco ordinario, narcisista. Pero, inmediatamente, diría, cosa que aquí no se quiere ver, que tonto no es"
"Rajoy debe responder enérgicamente al desafío  catalán"
29/06/2017 - Mónica Jiménez

Fue diplomático durante casi 43 años, pero, en su dilatada trayectoria, también ha sido actor, director general del Real Madrid, coleccionista de pajaritas y testigo directo de la reciente historia de España y el mundo

El conocido y polifacético diplomático Inocencio Arias (Albox, 1940), que también fuera secretario de Estado de Cooperación, subsecretario de Asuntos Exteriores, embajador de España en Naciones Unidas o portavoz del Ministerio de Exteriores con tres gobiernos diferentes, ha visitado Cuenca y ha compartido con los conquenses las vivencias que recoge en sus recientes memorias publicadas por Plaza & Janés Editores bajo el título ‘Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones’.  En ellas refleja una intensa vida que también ha compartido con Las Noticias de Cuenca. 
 
P.-Usted siempre creyó que los diplomáticos eran unos mamones, ¿volvería a serlo?
R.-Sí, volvería a serlo.  Lo creía, a pies juntillas, antes de ser diplomático, cuando hacía la carrera de derecho y quería ser notario como mi padre y como mi hermano. Por casualidad, fui a Madrid a hacer el servicio militar y conocí a un muchacho preparado, serio, sensato, que estaba formándose para diplomático y le pregunté que cómo se había metido en esa mamonada. Luego conocí a varios diplomáticos, uno que era un mamón total, pero los otros no lo son, por tanto, pensé que, igual que los hay entre los fontaneros, los conductores de autobús, los registradores de la propiedad, los periodistas e inspectores de Hacienda, en la diplomacia hay mamones, pero son minoría. Los otros son servidores del Estado, bastante cultos, entregados, que, muchos días del año, trabajan sin horas y defienden una cosa hermosa que es España.
 
P.-Para quien no las haya leído aún, ¿qué cuenta en sus memorias?
R.-La mitad del libro está dedicada a cómo era y cómo se vivía en España en mi niñez y mi juventud, a la diferencia tan brutal que hay, ya que los jóvenes de hoy no saben las penalidades que había y cómo se vivía en el año 49 0 50 a cómo se vive ahora, lo que tenía que hacer la gente para poder subsistir. También hay una parte menor dedicada al fútbol, otra a Hollywood, porque viví allí, pero la otra mitad está dedicada a la vida como diplomático y a los problemas internacionales importantes de los últimos 35 o 40 años. 
 
P.-De esa memoria diplomática, ¿con qué se queda? 
R.-Yo me quedaría con la llegada a España de la democracia. Yo entonces era director de la Oficina de Información Diplomática. A España venían cantidad de periodistas extranjeros de periódicos muy importantes y yo tenía un contacto diario con ellos, me ocupaba de la prensa extranjera que acompañaba al rey. En el mundo había una enorme curiosidad sobre si España iba a poder entrar en la democracia o si todo era un camelo montado por el rey y por Adolfo Suárez. 
 
P.-¿Cuál era su posición respecto a ese proceso?
R.-Yo a los periodistas les decía que sí, que esto iba en serio que el rey era un demócrata y que Adolfo Suárez era un franquista convertido a la democracia. Que la experiencia era complicada, pero que eran sinceros. En el libro, cuando, al principio de su reinado, el rey fue a Estados Unidos y en el Congreso contó que estaba decidido, si dependía de él, a que en España la gente pudiera expresarse libremente, sin limitaciones. Esa es, quizá, la parte más interesante, por lo nuevo que era para la gente de mi generación. Personas de treinta y tantos años queríamos que España fuera un sitio donde la gente pudiera expresarse sin problemas. Ver que esto sí iba a llegar fue muy apasionante y muy entretenido.
 
P.-¿Usted confiaba en que este episodio de la historia de España se iba a desarrollar tal y como lo hizo?
R.-Sí, porque, por razón de mi cargo, yo viajaba mucho con el rey y con Adolfo Suárez y yo pensaba que, a no ser que fueran los mejores actores del mundo, estos señores iban en serio. 
 
P.-Como exembajador, ¿qué opina de Trump? 
R.-Yo diría que es un hombre inquietante, muy poco diplomático, bastante zafio, un poco ordinario, narcisista. Pero, inmediatamente, diría, cosa que aquí no se quiere ver, que tonto no es. Para el español medio y para el periodista español los presidentes americanos de derechas son todos idiotas o mamones, como dice mi libro. Resulta que Reagan no era mamón, ni los otros que hay de derechas, pero aquí hay una obsesión con eso. Yo le diría a cualquier español que no me convenza de que este hombre nos puede dar algún sobresalto, de que no es nada diplomático, de que es un narcisista, de que es un ególatra. Que sí. Ahora, pensar que es un idiota, están muy equivocados. Ha ganado las elecciones porque no era idiota. Y las ha ganado legítimamente.
 
P.-¿Y qué opinión le merece Clinton?
R.-Ella, que era muy lista, que estaba muy preparada, que tenía el apoyo de todo el Partido Demócrata, hasta el punto de que le pusieron la zancadilla, poco democrática, a su rival Sanders, que tenía mucho más dinero que Trump para gastarse en la campaña y se gastó el doble que Trump. Con todo eso: inteligente, preparada, el apoyo brutal de su partido, el dinero... perdió las elecciones.
 
P.-¿Por qué? 
R.-Porque la gente no confiaba en ella. 
 
P.-Si usted fuese embajador en EE, ¿cómo cree que sería su relación con la Administración Trump? 
R.-Si yo fuera embajador es lo que le diría a la gente: Trump, ególatra, muy ególatra, zafio, muy zafio, mentiroso, a veces, pero tonto, no. Aunque un embajador europeo normalmente no trata con el presidente, sí sería difícil tratar con el Gobierno americano, porque te das cuenta de que Trump piensa una cosa, a veces disparatada o demagógica, y todos los que están a su alrededor, desde sus asesores hasta el ministro de Exteriores, están deseando echar agua a lo que él acaba de decir. Al final, lo que ha dicho, los otros lo suavizan, él vuelve un poco al redil, pero no será fácil trabajar allí, no.
 
P.-Y sobre la situación actual de España, ¿qué tiene que decir?
R.-La moción de censura era un acto teatral de Pablo Iglesias porque quiere capitalizar y capitanear a la izquierda y porque tiene un ego enorme. Con tal de estar en la tele, aunque sepa que lo van a derrotar, está entusiasmado. Sobre la relación PSOE-PP, hay un enorme problema pendiente que está ahí ya. No es para el futuro, es para anteayer, ayer, hoy y mañana, es el problema catalán. El Gobierno de Rajoy está ante un dilema ante el desafío catalán, ante la entrada en rebeldía de los catalanes. Tiene que responder de una forma enérgica porque está en juego la unidad de España. No puede estarse quieto. Pero tiene un dilema y es que, si se aplican con energía las medidas para frenar esa casi insurrección, va a crear victimismo en Cataluña, cuyas autoridades van a decir, una vez más, que España les humilla, asfixia y aplasta, cosa que no. España está aplicando la Constitución. Por otra parte, cualquier medida que tome, no estoy nada convencido de que el actual equipo que manda en el PSOE la apoye. Tienen la tentación de decir que los catalanes están haciendo algo que no está bien, pero que Rajoy no ha sabido dialogar, quiere aplicar medidas enérgicas, tenía que tener más mano izquierda... Todo eso está muy bien hasta que una parte de España entra en rebeldía. Si hacen algo totalmente contra la Constitución y el PSOE estuviese en el poder, al menos el PSOE de Felipe González, reaccionaría igual que va a reaccionar Rajoy. Con Pedro Sánchez no estoy seguro de que lo vaya a apoyar al 100 por 100, pero es el momento de parar un acto insurreccional que rompe la unidad de España. Ese es el mayor problema que tiene España. También la corrupción y el paro o el terrorismo, que está ahí, larvado, pero puede ocurrir, veremos.  
 
P.-¿Qué espera del liderazgo de Pedro Sánchez en el PSOE?
R.-Ha ganado limpiamente las primarias y lo ha hecho con astucia, porque ha tocado una fibra que es muy sensible en muchos militantes socialistas, como es demonizar al PP. No decir nosotros somos mejores que ellos y, cuando gobernemos, lo vamos a hacer mejor, que es lo que se decía antes entre González y Aznar. No, es decir, el PP es infecto, apesta, es lo más corrupto que hay en España, no merece estar en el Goberno, tenemos que unirnos todos para echarlos. Y esa forma de demonizar al PP, en muchos militantes, que no en los votantes socialistas, hace mella. Ha vendido que Susana Díaz, mi paisana, era poco menos que una persona entregada al PP, lo cual es una sandez, pero también ha calado.
 
P.-¿Por qué su visita a Cuenca?
Hacía como veinte años que no venía y esta ciudad es muy bella y muy agradable, lo comenté con otros amigos y me dijeron que sí, que me acompañaban. Entonces pensé que podía firmar libros aquí, que es, de las capitales cercanas a Madrid, en la única que no había firmado y me recomendaron la librería Evangelio. 
 
R.-¿Qué acogida está teniendo su obra?
Va bien, porque esta es la cuarta edición y, para un libro de ensayo, no está nada mal. Son las memorias de un tipo que tampoco es Manolete, ni El Cordobés, ni Ronaldo. Yo soy un diplomático al que se le conoce un poco por la pajarita, porque ha estado en el Real Madrid. Por eso, que vaya por la cuarta edición es muy halagador para mí. 
 
P.-¿Cuál es su público?
Yo he vendido bastantes libros, he estado creo que en 17 capitales ya y, de 40 personas que vienen a firmar el libro, solo una es joven. Los jóvenes no vienen porque hoy en día no compran libros y no leen. Es una auténtica pena y una auténtica vergüenza. En todas las ferias del libro a las que he ido, los jóvenes a lo mejor se paran, pero no compran, lo hacen a partir de los 45 años.  Eso sí, en el metro, de las mujeres jóvenes, la mitad está con el móvil pero la otra mitad está leyendo. 
 
R.-¿Habrá segunda entrega?
Me violenta un poco hablar sobre mí, por eso le he puesto otro título, porque ponerle memorias es una pedantería. Pensar en otro, ya veremos, pero, no hablar de mi.