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“Hacer que la Catedral tenga visibilidad fuera es fantástico”

El templo, que este sábado se une al Día de las Catedrales, es un referente para la gestión cultural de la ciudad
“Hacer que la Catedral tenga visibilidad fuera es fantástico”
Foto: Saúl García
19/10/2019 - Gorka Díez

Miguel Ángel Albares (Cuenca, 1963) asumió la gestión de la Catedral de Santa María y San Julián en 2011 y, desde entonces, esta no ha dejado de crecer en visitas (de las 62.557 de aquel año se ha pasado a las 105.837 de 2018 tras el récord que en 2016 se alcanzó con La poética de la libertad, con 131.618 visitas) y, sobre todo, en contenidos y cuidado: aquí se invierte constantemente en conservación, restauración de retablos o apertura de nuevos espacios. A destacar la iluminación que en 2016 financió el Consorcio para la exposición de Ai Weiwei que hace que la basílica, por dentro, irradie luz. Hablamos con este licenciado en Teología y Filosofía y máster en Comunicación que, además de trabajar en una tesis sobre la metafísica de María Zambrano, sabe mucho de historia del arte y gestión cultural. “Para estar en la catedral, tienes que conocerla y conocer la maravillosa historia del arte o los procesos de restauración, formándote y estudiando cada día, algo que te mantiene en tensión y te obliga a hacer un máster acelerado en todo esto”.

Todo son halagos en el libro de visitas de la Catedral: hermosa, espectacular…

Yo tengo dos experiencias. La del turista que la visitaba hace quince años y la de ahora: es la misma Catedral, pero la apreciación es diferente. Cuando restauras una pequeña capilla, y llevamos ya catorce restauradas, abres un nuevo espacio, como el claustro, limpias, terminas toda la iluminación, pones todo en valor, percibes otra Catedral. Antes el acceso era gratuito y el turista pasaba pero todo estaba apagado, todas las capillas, cerradas. La gente entraba cinco minutos, daba un paseo por una Catedral a oscuras y se marchaba rápidamente: no se apreciaba y no se disfrutaba. Después se pone en marcha el sistema de guías turísticas, ofrecemos una audioguía en cinco idiomas, abrimos un montón de espacios nuevos y todo el mundo está entre cincuenta minutos y hora y media: suben a la fachada, al triforio, pasan al Museo Tesoro de la Catedral, que es un auténtico desconocido, y emplean media mañana. Los hay que entran, salen, toman un café, comen, vuelven a entrar… Y, cuando se marchan, en el libro de visitas comentan que se lo han pasado muy bien. También, estamos cuidando mucho las redes sociales y los comentarios que nos hacen en TripAdvisor. Empezamos siendo la catorce cosa que hacer en Cuenca y ahora somos la segunda más importante teniendo en cuenta que la primera no es un monumento, sino la propia ciudad, así que podemos decir que somos los primeros. Llevamos ya más de 800 comentarios y todos nos puntúan de excelente… Esa visibilidad hace que la gente venga deseando disfrutar la Catedral. Los conquenses tenemos que empezarnos a creer que tenemos una de las catedrales quizá más desconocidas pero más importantes del panorama español y europeo.

¿Cuándo se inició esta nueva andadura?

Coincidiendo con mi gestión hemos unido a la Catedral el museo y hemos empezado a abrir espacios, pero la gestión venía del Cabildo anterior, de unos cinco años antes, cuando se implantó un modelo con una empresa, Aldeasa, que hizo el lanzamiento de la apertura turística cobrando una entrada. Después, lo que hemos hecho ha sido asumir la gestión desde el Cabildo, con nuestro propio personal. Todo el dinero lo destinamos a personal, servicios, teléfono, seguridad, limpieza… Y el remanente que nos queda todos los años lo destinamos íntegramente a restauraciones.

Con las dimensiones que tiene, el gasto de mantenimiento será importante...

Es importantísimo. Pero, sobre todo, es importante el gasto en personal, porque hemos triplicado la plantilla que teníamos en 2011, creando ocho nuevos puestos de trabajo: la Catedral ya da de comer a diez familias. El personal para nosotros es vital y podemos ir ampliándolo gracias a que vamos creciendo en visitas turísticas y en ingresos.

¿Se mantiene solo con las entradas?

Sí, nos tenemos que autogestionar porque, queramos o no, somos como una empresa. Todos los años logramos el milagro de que con los ingresos de las visitas turísticas hacemos frente a nuestros gastos y mantenemos y restauramos la Catedral, luchando por crecer. No recibimos ninguna ayuda ni subvención, tampoco del Obispado, como se cree mucha gente: el 0,7 por ciento que se destina a la Iglesia católica con la declaración no llega aquí, sino a otras iglesias y parroquias de pueblecitos que, si no fuera por esos ingresos, no se podrían rehabilitar: aquí luchamos y resistimos por nosotros mismos.

Sí han tenido subvenciones para acciones concretas, como la nueva iluminación para la exposición de Ai Weiwei...

Sí. De vez en cuando y puntualmente el Consorcio nos ayuda, como hizo para la rehabilitación de la capilla del Espíritu Santo o de las pinturas murales de la Virgen del Sagrario o la primera fase de la iluminación que coincidió con la exposición de La poética de la libertad, mientras que la gran restauración del claustro la hizo el Ministerio de Cultura… Pero en lo que es el día a día, la marcha habitual de la Catedral, su año económico, tenemos que luchar para que las visitas sean rentables, y no para enriquecernos, sino para invertirlo en la propia catedral, adonde destinamos todo.

El historiador Jesús López Requena le cita como ejemplo de buena gestión…

No le conozco personalmente y no somos primos ni nada, pero es verdad que nos ponía como modelo, algo que le agradecimos públicamente en redes sociales, porque nos anima mucho a seguir trabajando. ¿Qué hacemos en la Catedral? Pues no solo cuidamos, mantenemos, restauramos el patrimonio y creamos puestos de trabajo, sino que no pasa un mes en que no tengamos una ponencia interesante, lo que llamamos Los lunes culturales de la Catedral. Son doce en todo el año donde abrimos al precio simbólico de un euro, y con lo recaudado queremos restaurar el retablo de la capilla Barreda, o de la Asunción, una obra maravillosa del siglo XVI. Estaremos ahorrando los años que nos haga falta hasta poder restaurarla. Además, ofrecemos ponencias interesantes en las que colaboran el archivero de la Catedral, profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha como Pedro Miguel Ibáñez, el profesor Mondéjar... A veces soy yo el que prepara una ponencia sobre una capilla de las más olvidadas para hablar de todos sus detalles, intentando ponerla en valor. A los Amigos de la Catedral, que pertenecen al club VIP y ya son más de 208 personas, escribimos un correo electrónico e invitamos a participar de todas estas cosas, y nos siguen muchísimo. Estas ponencias ahora también las retransmitimos en directo en Streaming por Youtube y Facebook y hay gente de Madrid, de Barcelona, de Valencia, que nos sigue y las ve en directo: es una manera de aprender. En redes no dejamos cada día o cada dos días de colgar una foto, un pequeño comentario para que la gente conozca todas las obras que hay en la Catedral desde uno u otro punto de vista. Gracias a las redes, los museos se expanden mundialmente, y entonces ya no tienes que venir a la Catedral, que también, para ver una obra de Fernando Yánez de la Almedina, sino que la puedes ver desde Hong-Kong, Nueva York, Tokio, Lisboa: hacer que la Catedral tenga visibilidad fuera de Cuenca y de España es fantástico.

También organizan conciertos…

Sí, la música ha estado presente desde el siglo XIV. De la gloria pasada nos quedan tres magníficos órganos del siglo XVIII, el de la epístola y el del sepelio en el Coro de la Catedral y otro magnífico, más pequeño, en la capilla del Espíritu Santo. Son tres instrumentos barrocos producto de la mejor organería ibérica y restaurados, en perfecto estado: no explotarlos sería una lástima. Vale que la música de órgano no es para un gran público, pero aun siendo minoritaria sí que tenemos un público estable, fiel, de entre 150 y 180 personas. Intentamos que sean conciertos de la más alta calidad trayendo los mejores organistas de París, de Alemania, de Dinamarca… Desde 2011 que empezó la Academia de Órgano Julián de la Orden hemos tenido ya alrededor de 150 conciertos, más de 130 organistas, y organizado cursos especializados en órgano barroco.

“Hacer que la Catedral tenga visibilidad fuera es fantástico”

¿La exposición de Ai Wewei en 2016 supuso un antes y un después?

En primer lugar, tomar a un artista muy mediático y que nos prestase obra para exponer en la Catedral, fue un gran reto. Solo con ver las fotografías del templo se animó a ceder su obra y a que expusiésemos las famosas cajas de su cautiverio. Pero nos sirvió también como un pretexto para relanzar la Catedral. Combinar el arte de este chino tan mediático, de rabiosa actualidad, conocidísimo en el mundo, con los artistas que fueron los iniciadores del arte abstracto, que pusieron hace más de 50 años en el mapa mundial a Cuenca, es algo que queríamos recuperar con la exposición. Fue un acierto poner el arte contemporáneo, de vanguardia, en contraste con la Catedral, que durante ocho siglos no ha dejado de acoger tendencias artísticas. Esta Catedral fue atrevida en tiempos de Alfonso VIII y del primer obispo, Juan Yánez, cuando comienza su construcción: en un momento en el que en España se construía en románico, se apostó por un nuevo estilo, gótico, ante lo que la gente se tiraría entonces de los pelos (“estos franceses están locos, hacen arcos apuntados, elevan muchísimo las naves, se atreven a abrir enormes ventanales”). Y hace 28 años, cuando el templo había perdido todos sus vitrales, se inicia un programa para reponerlos y se encomiendan los diseños a Gerardo Rueda, Gustavo Torner, Bonifacio Alfonso, Henri Dechanet, y el arte abstracto llega a los vitrales. Toda esta conjunción de cosas es lo que mezclamos en la exposición de La poética de la libertad y dio muy buen resultado porque tuvimos muchísimos visitantes y pusimos de nuevo a Cuenca en el mapa artístico internacional. Nos sorprendió muchísimo aparecer en el cultural del New York Times o en el Frankfurter Aligemeine Zeitung con artículos que no pagas porque no tienes dinero para una promoción así, y que aparecían simplemente por el valor artístico, por la apuesta que habíamos hecho en Cuenca. Solo por tener esa repercusión, ya merecía la pena. Y, sobre todo, nos dimos cuenta de que todo el mundo que venía, unos atraídos por los informalistas y el arte abstracto, otros por Ai Weiwei, se iban encantados de la propia Catedral y del arte de ocho siglos que alberga. A muchos conquenses les sirvió para volver a venir y muchos nos confesaban que no lo hacían desde hace diez, quince, veinte años. De este modo, se creyeron su propia Catedral y la volvieron a disfrutar.

Mirándola desde fuera, no es tan impresionante como por dentro...

Sí. Todos conocemos la Plaza Mayor, subimos aquí a tomar cervezas, a comer, a pasar un ratito, y vemos la fachada neogótica incompleta, estrechita… Te piensas que te vas a encontrar una iglesita pequeñísima en el interior. Pero cuando ves desde el triforio la nave central, y sabes que hay girola, y dependencias traseras, descubres una Catedral enorme. Gracias a esta exposición, a los lunes culturales, estamos consiguiendo que la gente pase de la fachada al interior y descubra una Catedral enorme.

Es recomendable visitarla en varias ocasiones, con cierta periodicidad…

Claro, hoy ves unas cosas, mañana te percatas de otras... Yo casi vivo en la Catedral, donde me paso más de doce horas diarias, y cada día descubro algo nuevo que no había visto, ante lo que no me había detenido. Que si una figurita de un arco gótico, un escudo, el detalle de una clave…

¿Qué necesita Cuenca para ser más visitada turísticamente y despegar?

Que quien tiene las competencias en esto y lo puede hacer, el Gobierno regional, la Diputación, el mismo Ayuntamiento con sus oficinas de turismo, pongan a Cuenca, con todo lo que tenemos, en el mapa. Yo puedo tener una Catedral muy cuidada y abierta las máximas horas posibles, pero si la ciudad no recibe visitantes, la Catedral muere y mueren los demás espacios, que necesitan visitantes para estar vivos. Con las comunicaciones hemos ganado mucho, porque ya tenemos una autovía desde Madrid (cuantas más llegasen, más visitados seríamos), ya tenemos el AVE, pero, cuanto mejor hagamos que desde la estación del AVE se llegue a la parte alta, mejor estaremos. Esas cosas que no están en las competencias de los que gestionamos un poco los espacios culturales es algo que sí que echamos de menos: ahí hay que ayudar y empujar todos con mucha fuerza.

Llegan turistas, pero podrían llegar más..

Sí. Cuenca todavía es una ciudad escasamente visitada y podríamos hacer que, sin recibir tampoco un turismo masivo, que apabulle, se situara a otro nivel. Un Teruel que, años atrás era muy poco visitado con el lema “Teruel también existe”, ahora lo es más que Cuenca, lo mismo que Sigüenza. Somos de las ciudades que menos turismo recibe y los espacios culturales, la hostelería, necesitamos el turismo para vivir: muchas personas viven de las visitas y todos deberíamos hacer un esfuerzo por que aumenten. Ahora, si todo va bien y se invierte mucho dinero, porque va a necesitar una inversión muy fuerte, vamos a tener Noheda como un poderosísimo reclamo: es uno de los mayores mosaicos romanos del panorama español y europeo, para encontrar algo de estas dimensiones te tienes que ir a Roma. Recuperar Noheda, sumado a todo lo que ya estamos ofreciendo en Cuenca, puede ser realmente muy valioso. Pero, claro, hay que darlo a conocer fuera de Cuenca.

Le falta de limpieza y mantenimiento o la deficitaria conexión con la estación del AVE o el Casco no ayudan…

En eso coincidimos todos. No sé cuál es la solución pero tenemos que encontrar el sistema para que un turista que llega a la estación del AVE encuentre todas las facilidades, y más para llegar a la Plaza Mayor, que es lo que quiere visitar: tiene que llegar en el menor tiempo posible y de la manera más cómoda. También tenemos que encontrar la solución para que la excursión de abuelitos que llega a la zona del Auditorio en un autobús pueda, sin que les cueste un esfuerzo físico impresionante, llegar a la Plaza Mayor en un tiempo razonable y de la manera más cómoda posible. Tenemos que encontrar la solución para que el Casco Antiguo no se convierta en un lugar lleno de tráfico, sino que sea un lugar tranquilo, donde se pueda pasear, donde no haya excesivos ruidos, que sea habitable... Son cosas no fácilmente solucionables, pero que en todas las demás ciudades con dificultades orográficas, como Toledo, se han solucionado. Lo que no nos interesa es que los turistas se lleven un mal sabor de boca y luego digan: “no vayas a Cuenca, que hace un frío impresionante y muchas cuestas y te fatigas mucho”. Se nos tiene que conocer por ser una ciudad cómoda, agradable, con facilidades para subir al Casco.