Más entrevistas: Olivia del Saz Ortega Jairo Cárcaba José María Albareda Jorge Sánchez Albendea Andoni Sierra Ron Darío Dolz Julián Recuenco Araceli Cuerda Alejandro Moya Mabel Lozano

“La cocina de guiso es la que me emociona”

El televisivo chef, Pepe Rodríguez, galardonado con el premio Culinaria Castilla La Mancha 2019, asegura que la gastronomía de la comunidad “goza de buena salud”
“La cocina de guiso es la que me emociona”
Foto: Saúl García
03/11/2019 - Dolo Cambronero

En apenas unos días, el televisivo cocinero Pepe Rodríguez, del restaurante El Bohío de Illescas (Toledo), que cuenta con una estrella Michelin, ha recibido dos premios: el Columela 2019 en Toledo y Culinaria Castilla-La Mancha. El segundo se le entregaba este lunes en Cuenca. Durante su discurso, el chef apuntaba que en realidad no había hecho cosas distintas a las que ya hacía su madre, como la entrañable sopa de ajo, “pero 35 años después”.

-Enhorabuena por el premio. ¿Qué significa para usted recibir este galardón?

A veces me tengo que pellizcar un poco. Me dieron un premio el viernes y hoy [lunes] recojo otro. No me quiero acostumbrar porque es algo tan extraordinario que te den un premio que me gustaría reflexionar y pensar: ¿Qué he hecho yo para merecerlo? En la entrega han dicho una serie de valores que a lo mejor encajo en ellos. Y yo los recibo con todo el gusto. Que en tu tierra, tu gente, tus paisanos reconozcan ese poco que has podido hacer y te lo premien, es el orgullo más grande que puede tener una persona.

-¿Cuál es la situación de la gastronomía en Castilla-La Mancha?

La gastronomía de Castilla-La Mancha goza de buena salud. Hay un sector turístico hostelero maravilloso. Cuando doy una charla fuera y la gente me pregunta si se come bien en León, Cáceres..., yo siempre digo que Castilla-La Mancha será más importante cuantos más cocineros importantes tenga. Uno va al País Vasco y dice qué bien se come allí. Sí, pero porque hay un montón de cocineros importantes que han puesto en valor esos platos y son punta de lanza. Eso ha pasado en Cataluña y en otras comunidades. Y eso está pasando en Castilla-La Mancha. Hay un restaurante con dos estrellas Michelin y hay varios más con una. Cuando yo empecé hace veinte años, cuando nos dieron la primera, solamente estaba Manuel de la Osa. En una comunidad tan grande, hubo durante muchísimos años un desierto. Estábamos solamente dos personas. Hoy somos más. Ojalá nos podamos repartir el éxito entre 15, 20 o 55 para que la región sea más reconocida. El valor está en sus cocineros.

-¿Cuáles son los retos para que la región se convierta en un destino gastronómico?

Justo eso, tienen que aparecer más cocineros, con mucha profesionalidad, con más valor, con más prestigio, con ganas de dejarse la piel por su tierra, con una forma de hacer. No es fácil porque al final son también proyectos económicos que hay que soportar y hay que mantener. Pero entre todos lo tenemos que hacer. El Gobierno nos puede ayudar. Me parece fenomenal y lo está haciendo de maravilla. Pero ahora somos nosotros los que tenemos que dar ese paso adelante y darnos cuenta de que a estar todos los días doce horas en una cocina, ahí ya no nos va a ayudar el Gobierno. O estoy o no estoy. Cada uno tiene que optar por esa manera de vivir la gastronomía o no. Si somos capaces de juntarnos muchísimos cocineros con esa perspectiva, haremos mucho más grande esta comunidad.

-Bajando a nivel de calle, ¿cómo nos alimentamos los castellanomanchegos?

Habrá de todo. No conozco todas las casas, como el chiste... [Risas] A mí me encanta la cocina de Castilla-La Mancha. Me parece una cocina de humildad, de pobreza, de aprovechamiento, del medio rural, de guiso. Esa es la cocina que me emociona. Creo que sobre todo en los pueblos pequeños todavía se come bastante bien. Conforme nos vamos acercando a Madrid, a las grandes urbes, vamos comiendo cada vez peor, por desgracia. Hay una contradicción. Cuanto más acceso tenemos al bienestar, peor nos alimentamos. Porque en esas grandes ciudades, tenemos que comer más deprisa, trabajar más deprisa... Hay una diferencia con el mundo rural. Cuando voy a algún pueblo pequeño de Toledo veo que todavía se guisa mucho. Cosa que ya se va perdiendo en sitios más grandes, como Illescas, donde la gente va y viene a Madrid y ya vive de otra manera. Goza de buena salud la cocina doméstica de la región pero tenemos que hacer mucho por preservarlo. Pero eso es ya un problema social que engloba muchos ámbitos.

MasterChef ha logrado que haya niños que se metan en la cocina. Eso lo ha conseguido la televisión, no los cocineros ni las instituciones

-¿Algún reto en su restaurante?

Mantenerlo durante muchísimo tiempo. Acabamos de hacer una reforma de la fachada, de la entrada y del comedor principal, que hacía falta para quitarle ese aspecto mesonero que había tenido toda la vida y convertirlo en un restaurante moderno, actual, con todo ese sabor de la región en cuanto a madera, barro, cerámica, pero puesto en el siglo XXI, que es la cocina que llevábamos practicando pero que chocaba de frente con la estética del local. Y seguir avanzando en lo que nos gusta, que es cocinar, hacer divertirse a la gente, que vengan de todas partes del mundo a conocer El Bohío y a mí. Y que se lleven un pedacito de mi cocina, de Castilla-La Mancha, de Toledo en la mente.

-Al recoger el premio se refirió a la sopa de ajo que hacía su madre ¿A qué platos le tiene un especial cariño?

Sobre todo a la sopa de ajo y a cualquier plato que hago con perdiz o cualquier escabeche porque son los olores que he tenido siempre de pequeño. Jamás pensé que me iba a dedicar a la gastronomía y a la cocina y luego he acabado en ello. Sin gustarme y sin interesarme, se convirtió en mi pasión. Pero todos esos sabores muy apegados a la tierra son los que tengo en la memoria por haberlos comido siempre.

- También es jurado de MasterChef ¿Cree que está ayudando a despertar el interés por la gastronomía?

Sí, casi antes de que termines la pregunta, digo sí. Claro que está ayudando. Es un programa de televisión de entretenimiento. Nos hemos dado cuenta de que para llegar a millones de personas y poderles hablar, en este caso de gastronomía, de cocina, tenemos que hacer un programa de esa manera. Y al final hay muchos niños que normalizan ponerse un gorro y meterse en la cocina porque quieren ayudar a sus padres y a sus madres. Y eso lo ha hecho un programa de televisión. No lo hemos conseguido ni los cocineros ni las insituciones. Debemos aprovechar lo bueno que tiene la televisión para poder sacar un valor de todo ello.