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"Las cifras que conocemos de agresiones son solo la punta del iceberg"

El año pasado dos médicos recibieron amenazas en la provincia de Cuenca. La incidencia es mínima, pero no todos los casos se denuncian ante los tribunales
Fotos: Saúl García
18/03/2018 - Nuria Lozano

En marzo de 2009 una joven médico fallecía tras recibir cuatro disparos en su consulta del Centro de Salud de Moratalla por parte de un paciente. Un conductor de ambulancia que acudió en su ayuda resultó herido al forcejear con el agresor. Un lamentable suceso que la Organización Médica Colegial y los Colegios de Médicos de toda España conmemoran desde entonces cada 15 de marzo, Día Nacional contra las Agresiones a Sanitarios.

El Colegio de Médicos de Cuenca se sumaba a este homenaje con la celebración este jueves de un coloquio en el que se abordó esta lacra por parte de sanitarios, fiscales y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Aunque la incidencia de casos en la provincia es baja, es un tema que preocupa y mucho, como cuenta en esta entrevista el presidente del Colegio, Carlos Molina.

Cada 15 de marzo se visibiliza este problema que afecta a sanitarios de toda España pero, ¿cuál es la situación en Cuenca?

Según los datos del Observatorio contra las Agresiones de la Organización Médica Colegial, el año pasado hubo dos casos de agresiones a médicos en Cuenca. Antes de esto, de 2010 a 2017 solo se registraron otros dos. Es decir, somos una provincia que está más o menos libre de este problema, pero nos preocupa igual que en otros lugares y lo que nos gustaría es que no hubiera ningún caso. Cuenca es extremadamente cuidadosa con los servicios sanitarios pero queremos que siga siendo así.

¿Que otros datos revela este Observatorio?

Se trata de casos que nos comunican los propios colegiados, y solo se refieren a médicos, no al resto de sanitarios, por lo que tengo que decir que estas cifras son solo la punta del iceberg.

En Castilla-La Mancha hubo en 2017 un total de 25 agresiones documentadas, a nivel nacional 515.

En los últimos siete años ha habido en España casi 3.500 agresiones.

El sindicato de Enfermería SATSE denuncia que en muchas ocasiones no hay consecuencias para el agresor. ¿Por qué apenas se denuncia?

Hay tres motivos principales. Muchas veces las agresiones son en consultas de pueblos pequeños y los profesionales tienen que convivir con esa persona o su familia. A veces es un conocido y le quieres evitar problemas mayores. Y, en tercer lugar, prefieres evitar todas las molestias y la pérdida de tiempo que suponen los trámites judiciales. Pero hay que tener claro que las agresiones a sanitarios es un problema lo suficientemente serio para olvidarnos de estos motivos.

Desde el Colegio de Médicos cuando un compañero nos comunica un ataque ponemos todos los medios para ayudarle. Pero es esencial que se produzca la denuncia ante los tribunales, es muy importante, además de educar a la población, el método coercitivo, que se sepa que la agresión a un sanitario puede acarrear antecedentes penales e incluso puedes ir a la cárcel. Esto se debe saber y poco a poco nos tenemos que concienciar.

¿Cuáles son las agresiones más frecuentes?

Con respecto a los datos del año pasado que son los que disponemos, el 56 por ciento de las que se produjeron en la región fueron psíquicas o verbales, mientras que el 44 por ciento fueron agresiones físicas.

En el caso de las dos que hubo en Cuenca, fueron amenazas muy desagradables de los pacientes para conseguir cosas, con el agravante además de que luego iban jactándose de ello, con un grado de arrepentiento nulo, algo que no se puede consentir en absoluto. Eso precisamente conlleva el no denunciar cuando se debe, que las cosas pueden ir a más.

¿Dónde se registran más casos, en Atención Primaria o en los hospitales?

El 92 por ciento de las agresiones que se produjeron en nuestra Comunidad fueron en Atención Primaria, en concreto, un 44 por ciento en las consultas y un 48 por ciento en Urgencias. El 8 por ciento restante tuvo lugar en hospitales. Es un dato que podemos extrapolar a nivel nacional y que tiene su lógica, ya que el médico de familia es el que tiene una relación más cercana con el paciente y además puede encontrarse más desprotegido y el agresor más libre para actuar.

"Las cifras que conocemos de agresiones son solo la punta del iceberg"

¿Cuenta el Hospital de Cuenca y los distintos centros de salud de la provincia y la capital con medidas disuasorias?

No todos cuentan con el llamado botón del pánico. De todas maneras, éste es útil cuando hay alguien fuera. En caso contrario de poco sirve. Los médicos tenemos que estar preparados para saber controlar estas situaciones, sobre todo empatizando con los pacientes.

Es fundamental también la educación a los usuarios y otras medidas coercitivas que habrá que ir estudiando. Lo que es una pena es la situación de ‘diente de sierra’, es decir, que parece que los casos van bajando cuando no es así. De hecho, en 2010, cuando empezamos esta campaña, hubo en Castilla-La Mancha 9 agresiones a médicos y en 2017 ha habido como he dicho 25.

¿Qué medidas preventivas consideran que podrían establecerse?

Desde el Colegio de Médicos de Cuenca hacemos siempre todo lo que está en nuestra mano. Hasta la fecha, hemos firmado convenios con el Instituto de Medicina Legal de Castilla-La Mancha y con la Fiscalía. No pedimos que se impongan penas más grandes sino que los procesos sean más rápidos.

Una novedad que han presentado es la figura del Interlocutor Policial Sanitario para la provincia de Cuenca. ¿En qué consiste?

Se trata de un mecanismo de comunicación directa y de prevención que ha sido posible gracias a un acuerdo firmado con los ministerios de Sanidad e Interior. Esta nueva figura establecerá cauces de comunicación con el centro sanitario y los contactos con nuestra organización profesional para atender a sus preocupaciones y tratar de detectar puntos negros. En el ámbito rural los interlocutores serán miembros de la Guardia Civil, mientras que en la capital se ocupará la Policía Nacional. Su papel preventivo será crucial, por ejemplo, en los pequeños pueblos en época de fiestas o temporeros, donde es mayor la afluencia de gente que se siente menos arraigada a la zona.

Cualquier medida preventiva viene bien pero, insisto, la principal debe ser la educación del paciente y llegar al convencimiento de que nuestro sistema sanitario es la joya de la corona, un sistema que es extremadamente bueno, pero también extremadamente frágil, y tenemos que cuidarlo, lo que supone cuidar también a sus profesionales. Y sobre todo, tenemos que recordar que agredir a un médico es un delito de atentado y su autoridad en nuestra legislación es la misma que la de un policía o un juez, por lo que no se juzga como un delito de faltas sino por el sistema penal.

Cuando un médico es agredido por su paciente, ¿qué pasos debe dar?

Ante todo debe actuar desde la empatía y la asertividad, no cediendo a las presiones. Si se produce la agresión, debe comunicarlo al Colegio Oficial, ya sea por carta o con una llamada de teléfono.

Automáticamente nosotros nos hacemos cargo de la acusación particular, los contactos con las Fuerzas de Seguridad del Estado, la Fiscalía y los abogados y corremos con todos los gastos, el agredido no tendría que hacer nada.

Pero es fundamental que todos los casos lleguen a los tribunales, ésa es la mejor manera de atajar esta lacra además, por supuesto, de la labor educativa.