"Cada una ponemos nuestro granito de arena para poder mantener el local"
El taller de artesanas de ‘De platanegra’ es como un pequeño baúl de recuerdos queridos que se guardan con la esperanza de recordarnos a nosotros mismos, quizás tiempo después, lo valioso de esos pequeños objetos que cargamos de sentimiento y razón como seres potencialmente sociables.
Este proyecto está consolidado por Ruth Buendía, Silvia Moya y Manuela Galea, que admiten que la idea se les ocurrió realizando un curso de artesanía sobre el manejo y el trabajo de la plata. “Al final cada una ponemos nuestro granito de arena para poder mantener el local, el alquiler y compaginamos con nuestros trabajos y el hecho de darnos a conocer en mercados o por redes sociales”, señalan.
Así, el local situado en el Casco, frente a la Escuela de Arte Cruz Novillo, en la calle San Pedro, es un taller donde no se hace magia, pero sí alude al refrán de ‘nada por aquí y nada por allá’ a la hora de llevar a la realidad sus creaciones.
No hay truco, todo queda a la vista en un proceso de ornamentación que estas conquenses elaboran con exclusividad, bajo demanda y retransmitido en directo para el espectador.
PASO A PASO
El proceso comienza tras la petición de la pieza de plata. Entonces, Silvia dibuja con mimo la figura que luego cobrará forma y volumen: “Hacemos de todo con la plata, desde anillos sencillos, con detalles engarzados, pulseras, pendientes…”, nos cuenta mientras corta el boceto en la lámina del fino material con una pequeña sierra. “Aquí todo es manual”, exclama sonriente.
Despegado el pedazo de su placa madre, éste pasa a un molde con un mandril, donde se adapta y el calor del soplete va ajustándolo a su figura futura. “Aquí ya podemos decidir que hacemos, si un anillo simple, si le engarzamos algún detalle, alguna piedra, por ejemplo. Para ello tenemos que tomar la medida de ésta, y hacemos una soldadura especial para la plata”, nos va indicando Ruth a medida que el gris metal abraza de forma circular el mandril.
Una vez se alcanza los trazos deseados, como toda buena obra, se pasa al paso de los detalles. “Se blanquea con un ácido para que tenga un mejor aspecto, se liman los bordes, se pulen las imperfecciones y, si la lleva, se le engarza la piedra o el adorno que se haya pedido”, nos explica Silvia mientras incrusta una piedra de color verde en el pequeño habitáculo que sobresale del anillo.
No es de extrañar que sus clientes no sólo den valor a la pieza exclusiva que se llevan, dado que tal y como indica su carácter, las creaciones son totalmente artesanales, “sino que también disfrutan mucho viendo cómo lo hacemos, sobre todo para los extranjeros, se quedan con los ojos como platos”.
Como este proceso, varios se repiten por los distintos materiales con las que trabajan estas artesanas. En el caso de Manuela, madre reciente y estudiante de Bellas Artes, sus compañeras destacan de entrada “su infinita creatividad”, algo que se une a la razón de ser autodidacta de sus compañeras como pilares sobre los que se sostiene este pequeño taller, por lo que es corriente verlas “experimentar con materiales, formas y colores” en sus creaciones.
Madera, piezas de macramé, cuadros, imanes de Cuenca, creaciones de fimo (material similar a la plastilina que se endurece con el calor) ropa o incluso piezas de cerámica de Jesús Parra, ceramista de Priego y colaboraciones con otros artesanos componen la oferta de ‘De Platanegra’. Algo que complementan con productos típicos conquenses como alajú o miel, “al final, al estar en el Casco Antiguo, los turistas les llama mucho la atención este tipo de productos”, indica Ruth que, pese a todo, admite que las piezas como los collares o pendientes suelen ser un regalo habitual entre el público conquense “por su sencillez y ser una pieza artesanal que nadie va a tener otra igual que la tuya”.
La hoja de ruta para su proyecto pasa por dar pasos hacia delante. Un camino en el que tiene en mente su presencia en ferias de artesanía o intensificar su actividad en redes sociales.
