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'Yuli' y 'El reino': dos historias, dos miradas

Icíar Bollaín da un salto de gigante en su filmografía al adentrarse en la biografía del talentoso bailarín cubano Carlos Acosta
'Yuli' y 'El reino': dos historias, dos miradas
05/10/2018 - Gorka Díez

En Cuenca, la ceguera o la incompetencia de ciertos representantes políticos nos dejó, va a hacer ya siete años, sin aquel festival de cine con mirada de mujer que supuso un aliciente cultural -y económico- y nos situó en el mapa del séptimo arte y de la lucha por la igualdad de oportunidades.

Quienes perdieron fueron la ciudad y los conquenses. Porque el cine ahí sigue, también el realizado por mujeres, con nombres propios como el de quien en 2007 recibiera el Premio Ciudad de Cuenca, Icíar Bollaín, que en 'Yuli', premio al mejor guion (Paul Laverty) en la 66 edición del festival de San Sebastián (certamen que este año ha suscrito un documento por la paridad y la inclusión de las mujeres en el cine) da un salto de gigante en una filmografía en la que predominaban historias cotidianas de personajes comunes al adentrarse en la biografía de un talentoso bailarín cubano y negro, de nombre Carlos Acosta, que triunfó en los escenarios internacionales sin vocación ni quererlo, consecuencia de su talento y de la persistencia -un tanto violenta, todo hay que decirlo- de su padre.

Con sensibilidad y ojo artístico, 'Yuli' nos habla del éxito (y de la posibilidad del fracaso) y de muchas otras cosas: del amor a la patria y a la familia, de la amistad, de la infancia, del paso del tiempo, de la muerte, del racismo, de la Cuba de Fidel, de la necesidad de huir. Y todo intercalado por unos bellos números de danza contemporánea con coreografías muy bien integradas en la trama y una cámara que de cuando en cuando sobrevuela La Habana y Londres, las olas del Malecón y el río Támesis.

'Yuli' y 'El reino': dos historias, dos miradas

'El reino'

Es de esperar que 'Yuli' sea una de las películas españolas del año junto a la también potente, aunque previsible, 'El reino', esperado nuevo filme de Roberto Sorogoyen tras el triunfo cosechado hace dos años con su anterior entrega, 'Que dios nos perdone', premio al mejor guion en San Sebastián y Goya al mejor guion y al mejor actor (Roberto Álamo).

'El reino' ahonda con sobriedad en cómo cambian las relaciones entre los miembros de un mismo partido cuando un caso de corrupción salpica a unos y otros y puede acabar salpicando a todos. Altos cargos del partido, consejeros autonómicos, concejales, empresas, medios de comunicación... Nadie se libra de haber metido la mano en el pastel y de mirar hacia otro lado.

La película toma la estructura de thriller para acompañar a su protagonista, un político (Antonio de la Torre) acusado de ser el cerebro de la trama corrupta al que los amigos con quien hasta hace poco disfrutaba de cruceros y marisco le dan la espalda, lo que le lleva a buscar desesperadamente 'los papeles' que demuestren que él no fue el único, sino que los demás también cobraron, y sabían.

Y la tensión no cesa en este filme que en las formas remite a títulos como 'El niño', 'No habrá paz para los malvados' o 'Que dios nos perdone' (todo muy profesional aunque con riesgo de convertirse en convencional) y logra que sintamos cierta empatía por el político corrupto hasta que, en el epílogo, la periodista a la que interpreta Bárbara Lennie formula una pregunta que nos invita a reflexionar sobre determinados comportamientos y sus consecuencias.