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'Perfectos desconocidos', un guión a la medida del talento Álex de la Iglesia

Crítica de cine
'Perfectos desconocidos', un guión a la medida del talento Álex de la Iglesia
17/12/2017 - Pepe Alfaro

Hubo un tiempo en que el cimiento para construir una película se basaba en la escritura del guion, considerado el armazón arquitectónico sobre el que un equipo capitaneado por el director edificaba la trama de unos personajes hasta completar la historia imaginada por aquellos especialistas en la escritura cinematográfica. Los tiempos de Ben Hecht, I.A.L. Diamond, Dalton Trumbo, o nuestro añorado Rafael Azcona, han pasado, y la mayoría de los directores actuales no se resisten a reafirmar su autoría estampando su nombre en el apartado de los créditos reservado para el guionista; y Woody Allen solo hay uno.

El tándem formado por Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría ha encontrado la alquimia perfecta en la adaptación de la película italiana Perfetti sconosciuti (Paolo Genovese, 2016), que no conocemos por la sencilla razón de que no se ha estrenado en España. Desde las primeras escenas, donde con una concisión y precisión encomiables, deudoras del cine clásico, se presentan los detalles y las conexiones (con sus distanciamientos personales) de cada una de las tres parejas protagonistas, el guion adquiere un ritmo que mantiene el interés del espectador en todo momento, y eso que tras las presentaciones de rigor, toda la acción se concentra en un único escenario, conformado por el domicilio donde siete amigos de toda la vida han quedado para celebrar una cena tranquila, presumiblemente aburrida como siempre. La cosa cambia desde el momento que la más joven del grupo propone un sencillo juego para amenizar la velada, consistente en compartir cuanto llegue a los móviles de cada uno. Qué manera más ingenua de ratificar la amistad, de comprobar que nadie esconde secretos inconfesables. El guion avanza como un mecanismo bien engranado, sin fisuras, mostrando de forma progresiva las taras y virtudes de cada uno de los personajes, a los que los actores aportan una composición singular distinguida, entre los que sobresalen especialmente Eduard Fernández y Pepón Nieto. En una primera apreciación, la película puede resultar engañosa, pues aunque algún personaje sea un verdadero crápula, la mayoría simplemente ocultan pecados veniales, y algunos incluso conservan su integridad; como la vida misma. El director redondea el trabajo aportando su temperamento narrativo con la cámara, conteniendo los alardes y exhibiciones a que nos tiene acostumbrados en aras a la efectividad y, probablemente, al condicionamiento del limitado espacio donde se concentra la acción, aunque en algún momento intente sobrepasar los muros del decorado, más que nada para oxigenar el ambiente.

Perfectos desconocidos refleja de forma entretenida, utilizando dispositivos tragicómicos, el efecto de unos aparatitos llamados móviles que en unos años han pasado a determinar el devenir en cada instante de nuestra vida. Redondea el resultado el final propuesto por los autores, donde plantean al espectador la cuestión trascendental que culmina la trama: ¿es mejor vivir en la ilusoria felicidad que concede el desconocimiento, o es preferible saber las cosas aunque puedan naufragar amistades o amores presumiblemente firmes? Cada uno que elija su final.