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"Me interesa que en las pinturas se palpe el aire”

Damián de Dios expone acuarelas clásicas de Cuenca en la Sala Iberia, la muestra puede verse hasta el 13 de octubre
"Me interesa que en las pinturas se palpe el aire”
Damián de Dios junto a una de sus obras.// Foto: G.D
09/10/2019 - Gorka Díez

La Cuenca de la hoz del Júcar y del Huécar, con sus casas elevadas y sus ríos, sus rocas y sus huertas, sus árboles, su naturaleza, es la protagonista de la exposición que el veterano pintor Damián de Dios presenta hasta el 13 de octubre en la sala de exposiciones del edificio Iberia y que ha titulado, como no podía ser de otra manera, Cuenca.

Son en torno a una treintena de acuarelas realizadas “al modo natural, en el sitio, con el caballete y confiado a mis pinceles”, pues lo que busca el autor, que desconfía de quienes pintan tomando como modelo una fotografía, es reflejar “los detalles” de la realidad. Por mucho que lleve su tiempo.

“Una acuarela en el estudio, partiendo de la foto de un mar o de un cielo, me la ventilo en una hora o dos, pero eso no me interesa: quienes se acostumbran a ellos se hacen vagos, y luego no quieren salir por ahí. A mí me verán siempre pintando por las hoces, incluso en días de fiesta, buscando que en la pintura se vean los detalles, los rinconcillos. Algo que me puede llevar semanas porque hay que esperar a que la luz sea la misma para completar una pintura y que el cuadro tenga realidad”.

Su pretensión es que, como en las pinturas de Antonio López, en sus acuarelas “se noten el cielo y las nubes, se palpe el aire”. Y para eso considera que el paisaje de Cuenca es ideal como modelo. “Es muy bonito. Y si vas al mismo sitio encuentras un paisaje diferente con solo mover los pies”. En cada una de sus obras se refleja además la estación del año en la que ha sido compuesta, cada una con su luz y con su encanto.

Su apuesta por la técnica de la acuarela tiene también su complejidad. “Zóbel decía que era la técnica más difícil porque no se puede rectificar. Puedes rectificar una mancha encima de otra, pero tres no caben porque se vuelve una pintura opaca”.

"Si vas al mismo sitio de Cuenca encuentras un paisaje diferente con solo mover los pies”

Que en la ciudad del arte abstracto él haya apostado por el arte figurativo y realista no quiere decir que no aprecie ese otro arte de maestros como Saura, Torner o el propio Zóbel. “Me gusta y lo comprendo. La gente, como los pequeños, normalmente lo identifica con manchas, pero, como dice Gustavo Torner, se trata de coger un árbol e ir arrimándote cada vez más a ese árbol, que es como se llega a la abstracción”.

Su vocación, cuenta, le viene de niño, y aunque además de Magisterio cursó estudios de Bellas Artes, considera que de no haber estudiado habría pintado igualmente. “Si lo llevas dentro, te vas a ir siempre a tu propio estilo personal”.

Es verdad que no ha vivido de la pintura (trabajó en la Delegación de Hacienda), pero la pintura ha sido un complemento importante para su economía porque, según asegura, siempre ha vendido todos sus cuadros en las exposiciones que ha realizado en Cuenca. A ello hay que añadir la composición de carteles para eventos como las fiestas de San Julián y las de San Mateo o la Feria del Libro, además de ilustraciones para discos y libros.

Además, Damián de Dios regenta desde hace años, junto a su hijo Víctor, también pintor, la Escuela de Dibujo y Pintura Víctor y Damián de Dios, ubicada en la calle Palafox. “Tenemos alumnos desde los cinco años hasta muy mayores, y allí cada uno tiene su caballete y su mesa individual para trabajar. Dejamos que cada uno pinte su cuadro con su estilo, trabajando su personalidad”.