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Economía

El 80 por ciento de las empresas del vivero de AJE se mantiene

Compañías de arquitectura, gestorías, servicios de instalador de calefacción, de distribución de alimentación o de psicología han pasado u ofrecen sus servicios en este centro ubicado en la céntrica Fermín Caballero
El 80 por ciento de las empresas del vivero de AJE se mantiene
Varios de los empresarios intalados en la actualidad en el Vivero de Empresas AJE Cuenca en la sala de coworking del centro. Foto: Saúl García
12/01/2019 - GorKa Díez

Tres años cumplía a finales del pasado año el Vivero de Empresas AJE Cuenca, que gestionan la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) y la CEOE-Cepyme Cuenca en la calle Fermín Caballero de la capital. Un tiempo durante el que una decena de nuevas empresas han dado sus primeros pasos beneficiándose tanto de las económicas instalaciones que ofrece este recurso, con despachos a un precio muy por debajo del de mercado, como del asesoramiento y los cursos de formación organizados tanto por AJE como por la CEOE, a lo que hay que añadir la convivencia entre empresas en los espacios de coworking, a través de la cual se produce un interesante intercambio de conocimientos y un aprendizaje mutuo.

“Los comienzos son complicados, porque solo se tienen gastos, y aquí, además de nuestro apoyo, disponen de una infraestructura más económica que les puede venir bien para empezar, ir consiguiendo clientes y fortalecer el negocio hasta que, cuando ya tengan una estructura fuerte, puedan emanciparse”, apunta Diego López, gerente del vivero y secretario de AJE Cuenca.

El precio de alquiler de los despachos oscila entre los 140 y los 210 euros al mes e incluye todos los servicios: calefacción, limpieza, luz, internet. Un local independiente les supondría sin embargo un coste de entre quinientos y mil euros mensuales, más o menos dependiendo de los metros cuadrados y de la ubicación. Esta última resulta además privilegiada en el caso del vivero de AJE, al estar en pleno centro.

"Queríamos aglutinar distintos sectores. Así pueden aprender más unos de otros e, incluso, los hay que trabajan para otros. Y se ayudan a buscar nuevos clientes”

“Antes de poner en marcha el vivero se debatió si ofrecer despachos de más metros y más baratos en las afueras o más pequeños y más caros pero en el centro. Y decidimos esto último para estar cerca de las administraciones, de los bancos, de los clientes. Porque, en realidad, en sus inicios las empresas apenas necesitan una mesa, dos sillas y una sala para reunirse. Y lo más importante es estar cerca de donde está la actividad”, sostiene López.

El tamaño del Vivero de Empresas ronda los 240 metros cuadrados y cuenta en su interior con seis despachos individuales, una sala de coworking, dos aulas de formación y una entrada principal. Y su ocupación es del ciento por ciento desde que abrió sus puertas. “Siempre hemos tenido los seis despachos llenos, en algunos momentos con lista de espera”.

DIVERSIDAD EMPRESARIAL

En cuanto a los sectores, prima la diversidad: empresas de arquitectura, gestorías, servicios de instalador de calefacción, de distribución de alimentación, de psicología… “Precisamente lo que queríamos desde el principio es aglutinar distintos sectores. Así pueden aprender más unos de otros e, incluso, los hay que trabajan para otros. Y se pueden ayudar a buscar nuevos clientes”.

Además de unas instalaciones económicas, AJE les ofrece formación

Todo esto ayuda a que la mayoría de los negocios se mantengan abiertos. “Mientras que, en líneas generales, la tasa de fracaso de un negocio en los primeros años suele ser alta, de en torno al 80 por ciento, estamos en lo contrario, con un éxito del 80 por ciento. Los hay que siguen abiertos aquí tras casi tres años de actividad y los que ya han salido para instalarse en su propio local”. Un empresario, por ejemplo, ha emigrado a Valencia al obtener un premio de Mercadona.

Para sostenerse, aunque la mayoría empieza buscando sus clientes en el mercado local, poco a poco tratan de expandirse y darse a conocer en ciudades próximas y con mucha población como Valencia o Madrid. El caso es abrirse mercado.

“Lo bueno sobre todo es que estamos viendo evolucionar a todos los emprendedores que entran, y algunos tienen contratados trabajadores, con lo cual se genera empleo, que es algo muy positivo”, opina Diego López.

El límite máximo para permanecer en el vivero es de tres años, pero se puede prorrogar si no hay lista de espera. También son flexibles con la edad, pues aunque en principio el tope máximo es de 40 años existe una cláusula por la que se permite entrar a gente más mayor siempre y cuando afronte su primer proyecto empresarial. Uno de los empresarios del centro tiene de hecho 48 años.

En cuanto a la formación que se les ofrece, se han dado, entre otros, cursos sobre gestión de tributos, nóminas y seguros sociales. Y, también, sobre nuevas tecnologías. Esto último, subraya López, fundamental en unos tiempos en los que “estar en el mundo digital es casi no estar”.

“Los precios de los locales, prohibitivos, aquí son asumibles”
El 80 por ciento de las empresas del vivero de AJE se mantiene

Entre los emprendedores que ahora mismo están instalados en el Vivero de Empresas AJE se encuentra Diego Ballesteros, arquitecto conquense de 39 años que compagina dos compañías, DBC Arquitectura e I-Riega, y tiene claro que las condiciones de este centro le permiten afrontar sus negocios con menor riesgo.

“Los precios de los locales están prohibitivos, mientras que aquí son asumibles y además puedes trabajar a pie de calle, atender en cualquier momento al cliente porque pasa por la puerta”.

Además, destaca el hecho de compartir espacio con otros emprendedores en situación similar. “Trabajamos mucho en sinergia y a nuestros clientes recomendamos otros servicios del centro si vemos que los necesitan”.

En su caso, se hizo emprendedor tras varios años estudiando y trabajando en Sevilla. “La crisis afectó mucho en Andalucía y mi idea era irme a Chile. Pero pasé por aquí un verano para despedirme de la familia y, poco a poco, empezaron a salirme trabajos. Así que me decidí a quedarme”.

Y aunque reconoce que en Cuenca “cuesta mucho hacer negocio” al tratarse de “una provincia prácticamente desahitada”, donde “el cliente potencial es un número muy reducido”, valora el hecho de estar subiendo cada año su facturación entre un 10 y un 15 por ciento.

En el caso de su estudio de arquitectura, ofrece todo tipo de servicios de construcción, desde la reforma de un cuarto de baño hasta una vivienda o un hotel, “lo que se necesite”. Eso sí, prácticamente el 80 por ciento de la demanda es rehabilitación.

I-Riega, por su parte, ofrece sistemas de riego telemáticos para las explotaciones agrícolas y su entorno. Se trata de un proyecto que acaba de emprender con un socio y en el que tiene muchas esperanzas dada la importancia del sector agrícola en la provincia. “Disponemos de unos sistemas de riego que controlan en terreno donde esta la planta, la humedad, la electricidad, si falta potasio… Con esos datos se hace un estudio en tiempo real sobre cuándo hace falta regar, si es necesario inyectar agua o abono o si hay que subir o bajar la humedad”, explica.

NORTEHISPANA SEGUROS

Sergio Villarroya, albaceteño de 31 años, cumple estos días un año en el Vivero de Empresas AJE. Optó por venirse a Cuenca, señala, para abrir una sucursal de NorteHispana Seguros, perteneciente al grupo Catalán Occidente. En Albacete ya existía y veía en Cuenca “una zona potencialmente muy buena para trabajar. Al ser además pequeña el trato es muy afable”.

Villarroya tenía claro que ubicarse en el vivero de empresas, económico y céntrico cuando “en un local al uso se te pueden ir 700 euros más gastos de luz y calefacción”, era la mejor opción para dar los primeros pasos y “coger impulso”, aunque su idea es abrir una oficina grande, para lo que se da un plazo de en torno a medio año.

Su ánimo emprendedor le ha llevado a tener ya siete trabajadores que se dedican a vender seguros familiares, de vida, de hogar. Y su objetivo es llegar a una quincena entre agentes de seguros y personal de administración o peritos.

Preguntado, finalmente, por sus relaciones con el resto de emprendedores del vivero, su respuesta es muy positiva. “Somos todos una piña y nos ayudamos mucho”.