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Urbanismo

25 años de la gran obra municipal

Entre enero de 1994 y septiembre de 1995 el Ayuntamiento de Cuenca reformó los casi mil metros que discurren entre el puente de la Trinidad y la Anteplaza
25 años de la gran obra municipal
José Manuel Martínez Cenzano y Eusebio García Gil en la calle Alfonso VIII. Foto: Saúl García.
07/04/2019 - Gorka Díez

Fue la última gran obra urbanística llevada a cabo directamente por los servicios municipales del Ayuntamiento de Cuenca, de cuyo inicio se cumplieron 25 años el pasado mes de enero: la reforma integral de la subida y bajada al Casco Antiguo entre el puente de la Trinidad y la Anteplaza, que comprende las calles Alfonso VIII, Andrés de Cabrera y Palafox.

Un tramo de 965 metros de longitud que, tras ser pavimentado a principios de los cuarenta, estaba muy deteriorado, “técnicamente en ruinas”, de modo que el equipo municipal, presidido por José Manuel Martínez Cenzano (PSOE), decidió renovarlo.

Eusebio García Gil (Cuenca, 1933) era entonces el encargado de obras municipal, y a su cargo tenía a un grupo de unos treinta operarios que entre enero de 1994 y septiembre de 1995 se dedicaron a unos trabajos para los que el ayuntamiento consiguió una ayuda de 900.000 euros de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, aunque el gasto final superó el millón de euros al añadirse complementos como la instalación de semáforos para regular el tráfico de coches entre la plaza de Ronda y Obispo Valero y el desvío de los autobuses urbanos por la ruta turística de la hoz del Júcar, un recorrido de 15 kilómetros que disparó el kilometraje del servicio.

Al ser tan elevado el perjuicio que el corte de la principal arteria de acceso al Casco Antiguo ocasionaba a vecinos, hosteleros y demás empresarios, las jornadas se prolongaban muchas veces hasta las once de la noche con el aliciente para el personal de que entonces el consistorio no tenía problemas para pagar las horas extraordinarias.

La presión se incrementó además a medida que se acercaba la fecha de la Semana Santa. “A una mujer que venía de las Angustias un obrero le dijo que ese año las procesiones desfilarían por Villa Román”, recuerda Martínez Cenzano. Pero solo era una broma y lo que hicieron fue parar durante la festividad más importante de Cuenca para que los desfiles pudieran realizar su recorrido habitual.

Acceso a las viviendas

Se encontraron no obstante muchos problemas, como “una gran piscina” de residuos de tierra producto de la acumulación de aguas residuales bajo el suelo de la Anteplaza, que hubo que retirar con una excavadora. Había además que construir puentes de madera para facilitar el acceso a las viviendas de las calles mientras duraran las obras y un operario se encargaba expresamente de ayudar a los vecinos a subir y bajar por rampas y escaleras.

Se necesitó asimismo la colaboración de una empresa de Badajoz especializada en bases de granito que se subcontrató para poner el nuevo adoquinado y se aprovecharon las obras para renovar todos los suministros (agua, gas, electricidad).

Todo en una época en la que la tecnología no se podía comparar “ni remotamente” con la actual ni en cuanto a rendimiento ni molestias generadas por el ruido.

Las obras sirvieron, recuerda el que entonces fuera alcalde de la ciudad, para rehabilitar y renovar los servicios de una vía que entre otras cosas padecía de numerosos socavones y cuyas alcantarillas no funcionaban de un modo adecuado. Pero, también, para “reivindicar el trabajo de lo público” y que el ayuntamiento diera imagen “de ser una empresa de servicios”.

En unos tiempos en los que el consistorio ya arrastraba un importante déficit presupuestario, el hecho de recibir una subvención para acometer las obras sirvió a su vez para poder pagar a través de ese dinero, y no del capítulo 1, los sueldos de los operarios municipales.

Las obras concluyeron en septiembre de 1995. Y supusieron una importantísima mejora en la comunicación entre la parte baja y la alta de la ciudad. Eso sí, otra cosa es que los conquenses lo valoraran en su justa medida.

Porque, preguntado por ello, Martínez Cenzano recuerda que, en mayo de aquel año, con los trabajos prácticamente finalizados, hubo elecciones y “a mí no me votaron”. Con Manuel Ferreros (PP) de alcalde el proyecto se completó sacando a concurso el tramo del puente de la Trinidad.

Desde entonces, los operarios municipales no han vuelto a acometer una obra de tal envergadura y se dedican, básicamente, a tareas de conservación y mantenimiento.


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